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La gran presión: ¿los gobernadores son dueños de los senadores?

Extorsión sobre los gobernadores ante la cara de todos. Los Senadores no son lacayos de los gobernadores. Milei aprende política y pierde carisma. Mondino no distingue un chino de otro. Europa sigue ciega hacia la guerra. Enormes protestas contra Israel en las universidades de Estados Unidos.                                                                                                    

04/05/2024 22:15
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Por Roberto Follari, Especial para Jornada

 

Estamos ante una abierta y enorme extorsión: es lo que un conductor de un canal de tv mendocino reconoció, ante el estupor de su compañero de programa que intentó morigerar la cuestión. Claro que sí: afirmar repetidamente -y en público- que sólo recibirán los fondos del Estado nacional aquellos que voten favorablemente la ley Bases, es realizar un chantaje ilegal. Se usan los fondos de todos los argentinos para apretar a los legisladores: ningún fiscal que actúe de oficio, y una Corte Suprema que mira para otro lado (agregando una nueva carga a su visible desprestigio). Todos disimulando, excepto el locutor televisivo que tuvo un rapto de sinceridad.

  El desparpajo del mecanismo extorsivo deja sorprendido a cualquiera: nadie se atrevió a tanto. Al menos, a hacerlo y decirlo públicamente. Pero lo que más intriga es la falta de reacción social ante la situación. No hay denuncia judicial, no hay escándalo mediático. Por el contrario, con singular descaro aquellos que por tv fingían no soportar a un solo diputado “borocoteando” (¿se acuerdan?) porque era un diputado que había sido de ellos, ahora llaman abiertamente a que se apriete a los senadores, explican los detalles de lo que se ha dado a gobernadores a cuenta, incluso se entusiasman haciendo números de cuántos senadores pudieran ser cooptados u obligados. Hay horas de tv con personajes adictos al gobierno que cuentan, suman, restan, calculan con total desvergüenza cuántos legisladores se pueden someter.

  La presión que se ejerce desde el gobierno nacional, contiene dos niveles diferentes. Uno, es que se apriete a senadores por vía de los fondos que corresponden a sus provincias: mecanismo tan burdo y primitivo como pasmosamente eficaz. El segundo, que los apretados directamente sean los gobernadores, y que estos se dediquen a presionar a “sus” senadores (que no son suyos). A falta de mejor mecanismo, Milei les niega el dinero a los gobernadores, y les dice que les llegará sólo si “sus” senadores votan a favor de la ley que le permite más poderes, más privatizaciones y el cierre de oficinas estatales a granel.

  No es cuestión menor que dentro del atropello general a las instituciones a que asistimos impávidos, se espere que los gobernadores disciplinen a los senadores como si éstos fueran sus dependientes. Con total desconocimiento de las reglas democráticas, se supone que los senadores son títeres según lo que los gobernadores les ordenen. Y si bien conocemos varios casos en que las cosas suceden así -no hay que ir demasiado lejos para verlo-, es decisivo recuperar la dignidad de la democracia y de la representación.

   Los senadores no son secretarios ni lacayos. Y los gobernadores no son señores feudales, que puedan dar órdenes a otros representantes del pueblo que les son independientes. De tal manera, bienvenida Corpacci en Catamarca, que resiste la monumental abdicación que ha hecho el gobernador Jalil. La senadora no quiere sumarse a la actitud de una gobernación local arrodillada ante el poder central (al punto de recitar el llamado al Pacto de mayo como si fuera un jingle pagado por la Casa Rosada). Bienvenidos los senadores que sean capaces de honrar su autonomía, esa que les corresponde por la independencia de poderes de la Nación. Ojalá los argentinos exijan libertad de decisión a sus senadores y repudien la actitud sumisa de aquellos gobernadores que se dejan atropellar desde la Nación, para atropellar a su vez la autonomía de los legisladores.

 

El gobierno, del insulto a la política

  Milei detesta la política, pero sin política no se puede gobernar. Tras la prolífica saga de insultos, agresiones y groserías de todo calibre, se pasa ahora al diálogo entre bambalinas y la negociación con legisladores y gobernadores. No podía ser de otra manera, aunque el ánimo presidencial siga siendo impredecible.

  Se verá los resultados. Puede esperarse más eficacia política, pero menos carisma. Milei se va pareciendo a cualquier otro político: su pretensión de ser excepcional se irá erosionando en la medida en que el gobierno arregle, negocie, dialogue. El político antipolítico ya no será antipolítico.

  Los periodistas adictos se regocijan del aprendizaje súbito para hacer política por parte del gobierno, sin advertir que las negociaciones traen pérdida de la “pureza” que pretendía el presidente. Al negociar con los gobernadores hay que dar cosas a cambio. Obras, presupuestos. El Déficit cero empieza a comprometerse en las negociaciones por la ley Bases y el DNU: y estas son sólo el comienzo.

  Es que la grandiosa manifestación por las universidades dio al gobierno una lección: la paciencia social tiene límites. Las encuestas muestran una lenta pero clara caída de la imagen del gobierno. La marcha del día del trabajador también fue masiva. El transporte urbano es mezcla penosa de fuertes aumentos del boleto y paros del servicio en la CABA. La tv, aún la oficialista, no deja de mostrar la disconformidad de la población con los aumentos de precios, o con otros que no suben más porque ya subieron hasta lo no comprable.

  El gobierno hace ruido confuso con las Prepagas: están autorizadas a subir cuotas a su antojo por el vigente DNU, pero ahora se exige a algunas de ellas bajar esas cuotas. Habrá problemas judiciales, seguramente. Pero el propósito gubernativo es claro: atenuar un poco el enorme torniquete tarifario y de precios, porque el ánimo social ya no da para más. En ese sentido se decidió la división por dos del aumento de combustibles, así como el aplazamiento del enorme incremento del gas.

  Mientras, los economistas liberales, los que tienen un margen de acuerdo con las propuestas de Milei, vaticinan que todo esto va al fracaso. Cachanovsky, Melconian, Broda -por dar sólo algunos nombres- creen que no hay plan económico, y que la propuesta del gobierno no es sustentable. En ello, lo insostenible del dólar barato es lo que suele verse como amenaza a corto plazo: se verá si el gobierno puede tolerar las presiones de los exportadores y la falta de opciones de ahorro para el pequeño inversor.

  Mientras, los papelones que la falta de training político le suele traer al gobierno vienen, por ej., de la diputada Lemoine, quien en su torpeza pretende que merece adversarios “de más nivel” (sic). Pero lo más grandioso fue la canciller Mondino, quien regresando justamente de la China, declaró que no se puede distinguir un chino de otro “porque son todos iguales”. Increíble. Es la canciller, nada menos: la que fue a pedir dinero a ese país al que desde el gobierno se han cansado de denostar y agraviar.

  La política exterior es una suma continua de desaciertos. Tras los conflictos con Colombia y Chile hace apenas unas semanas, se sumó ahora esta perlita para con China, y un posterior intercambio de comunicados con España en los peores términos.

 

Europa sigue con aprestos guerreros

  En sus propias latitudes, Alemania muestra problemas de falta de crecimiento y hasta un margen inflacionario inusual. Parece que no importa: su desacoplamiento de China y del gas ruso le ha traído severos problemas, pero sigue detrás de EE.UU. enviando armas y municiones a Ucrania. Y continúa la saga de sanciones económicas y de declaraciones belicosas contra Rusia, como si se creyera seriamente que ese país puede por sí solo amenazar la seguridad de la multinacional y poderosa Europa.

  Con el lanzamiento de la ayuda que el Congreso estadounidense finalmente soltó para Ucrania -y también para Israel-, se puede avivar una guerra que en lo principal parece definida: se trata de ver cómo capitula Ucrania por vía de negociaciones, o será que Europa se meta directamente en la guerra, con las consecuencias que ello podría traer. Macron habló irresponsablemente de enviar tropas a Ucrania y luego se echó atrás: nunca como hoy se ha estado cerca de una nueva guerra planetaria, y no se puede tirar combustible al fuego como si se tratara de algún juego infantil.

  Mientras, la interminable ofensiva unilateral sobre Gaza -lugar donde no hay ejército regular- promueve creciente aislamiento internacional de Israel. En estos días, Colombia rompió relaciones con ese país. Van 35.000 palestinos muertos, casi todos civiles. Alrededor de 12000 han sido niños y niñas. Un desastre humanitario que ocultan muchos por tv, donde escuchamos repetidamente las airadas condenas al ataque brutal de Hamas (1200 muertos) en cuidadoso disimulo de las muertes perpetradas por las fuerzas militares israelíes.

  Se apela al viejo adagio de que quien critica al estado de Israel está siendo “antisemita”. La ignorancia permite que no se advierta que los árabes también son semitas, que los palestinos son semitas: 35000 semitas han sido muertos por las acciones militares israelíes.

  Además quien critica al Estado de Israel, critica a un Estado criticado por muchas personas judías. Estar contra las acciones de Israel no es estar contra la etnia judía, ni contra su religión: es tomar distancia de determinadas políticas de Estado, que en este caso han implicado miles y miles de muertos ante la perpleja mirada del mundo.

  La cuestión está afectando las -ya escasas- posibilidades electorales de Biden. Si bien Trump no ha acertado en todos sus últimos movimientos (jaqueado por las múltiples causas judiciales en su contra), Biden no logra poner límites a la interminable acción militar de Israel en Gaza. Lanza anuncios y advertencias pero Netanyahu no le hace el menor caso, presionado por el ala más fundamentalista de su gobierno.

  Lo cierto es que miles de estudiantes en variadas universidades estadounidenses han protestado abiertamente contra la acción de Israel en Gaza, sabidos los dineros y las armas que Estados Unidos propicia para su aliado principal en Medio Oriente. Ante estas manifestaciones múltiples, no hubo otra respuesta que la represión policial. Muchos campus han sido “limpiados” de los estudiantes contestarios por vía de la violencia represiva. Biden se hunde enfrentando a sus propios votantes.

  Por supuesto, cierto periodismo se regodeó en mostrar el “antisemitismo” de los estudiantes: la consabida apelación al horror del Holocausto para justificar acciones de guerra israelíes. Pero quien critica la acción en Gaza no tiene simpatía con el nazismo, sino exactamente lo contrario.

  Mientras, la protesta universitaria cruzó océanos, y la policía francesa imitó a la de Estados Unidos expulsando estudiantes que protestaban en la Sorbona. Y en Australia hubo otras tomas de predios universitarios. La protesta crece, pero el gobierno de Estados Unidos sigue mostrándose incapaz de parar las acciones de Israel, y terminar con el creciente tendal de muertos. Hay una propuesta de paz que se negoció en Egipto y espera respuesta de Hamas: ojalá haya por esa u otra vía la posibilidad de acabar de una vez con esta mal denominada “guerra”, que tiene un solo protagonista en vez de dos ejércitos regulares antagónicos.   

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