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El día que la antagonía bilardismo-menottismo se resolvió en un minuto

Cuarenta años de enfrentamientos se resolvieron en sesenta segundos, a través del respeto y el rechazo a las antinomias

 

06/05/2024 11:05
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La partida de César Luis Menotti fue producto de una enfermedad terminal que se lo llevó a sus 85 años de edad, pero vale reflexionar acerca de que, en realidad, el "Flaco" se quedó.

Y todo porque fue un revolucionario que se transformó en un evolucionario en la manera de proyectar, transmitir e incorporar un modo de análisis sobre el fútbol desde el punto de vista cultural.

Revolucionó el concepto base de qué significaba la Selección Argentina como prioridad, cuando asumió como entrenador a fines de 1974 y, por entonces, se debatía si los clubes representaban más al fútbol argentino que la propia albiceleste.

Con un patrón de juego creativo y estéticamente atractivo, le dio identidad originaria y el argot popular lo llamó "la nuestra".

Tras esa revolución conceptual se planteó transformar, modificar y desarrollar un proyecto identitario.

Conoció el éxito y el fracaso momentáneos, pero instaló definitivamente un modo de captar la esencia futbolística más allá del resultado deportivo.

Se fue su cuerpo, pero no sus ideas.

Hay un antes y un después en el seleccionado argentino respecto de la influencia que provocó Menotti desde fines de 1974, cuando asumió como DT de la albiceleste y fines de 1982.

Se modificó de raíz el pensamiento relacionado con la importancia de reinsertar a la Argentina en la elite mundial a nivel de selecciones, lo cual no ocurría desde los juegos olímpicos 1924 y 1928 (sendas medallas plateadas) o en los Sudamericanos desde la década del ´20 hasta el éxodo a Colombia de los principales futbolistas desde 1948.

Argentina no se había clasificado al Mundial de México 1970 y venía de una magra performance en Alemania 1974, donde se quedó en la segunda fase.

Menotti refundó el concepto a través de un cambio de cultura puertas adentro y que necesitó de que los dirigentes en los clubes apoyaran el proyecto y no lo entorpecieran negando la cesión de jugadores.

La obtención del Mundial 1978 fue una bisagra colectiva y, se suponía, que lo mejor de ese equipo base - Fillol, Passarella, Ardiles, Gallego, Bertoni y Kempes- iba a ensamblarse con una camada juvenil exitosa y en la cual despuntaban Maradona y Ramón Díaz

La experiencia en España 1982 fue frustrante y el camino quedó abierto para que la AFA modificara su postura y optara por Carlos Bilardo en vez del "Flaco".

Las antinomias provocaron un efecto resultadista y tacticista vs buen pie y creatividad, representados por Bilardo y Menotti, respectivamente.

La prensa deportiva también se fue embanderando hacia uno u otro sector y las diferencias se agudizaron al extremo.

Es cierto que hubo encuentros y charlas entre ambos entrenadores, pero ambos tenían posiciones enfrentadas desde los aspectos filosóficos del juego y también en la faz ideológica.

De tanto en tanto, algún que otro exabrupto venía de un espacio hacia el otro y viceversa, por lo que la incompatibilidad dialéctica ahondaba tales diferencias.

“Estoy de acuerdo con su elección, pero no comparto sus posiciones ideológicas”, ya había anticipado el "Flaco" cuando se consumaba el reemplazo por Bilardo.

“Hablé con él muy pocas veces. Tres o cuatro, y siempre de fútbol, nunca de política. Si me preguntan por Menotti tengo que decir que no sé de él ni me importa. Lo respeto como técnico y punto”, fue la respuesta corta y directa del "Narigón".

En un salto de una línea de tiempo hasta nuestros días, se temía que los simpatizantes de Estudiantes de La Plata reflotaran el encono hacia Menotti al momento del minuto de silencio que, finalmente, se realizó previo al inicio del segundo tiempo ante Vélez, en el estadio "Madre de Ciudades".

Fue muy valioso y ponderable que la parcialidad "pincharrata" no se expresara a viva voz durante los sesenta segundos del homenaje, en un gesto de alto contenido simbólico.

En definitiva, aquellas antinomias históricas quedaron deshechas en un minuto.

Después de cuatro décadas, el respeto se impuso por sobre el antagonismo. 

Y eso no tiene precio.

 

 

 

 

 

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