Hasta hace unas semanas, nosotras pensábamos que el último bastión no conquistado por el universo digital era el pasto creciendo dificultosamente en medio de la hostilidad que el suelo mendocino le pone al verde.
Nuestro interrogante era el de doña Rosa ¿Qué hecho no fue ganado por los dispositivos tecnológicos? ¿Qué episodio de nuestra cotidianeidad no es absorbido por la lógica de las reproducciones en redes sociales?
Las miradas de las pibas y los pibes aparecen detrás de pantallas un más que generoso porcentaje del día, con todo lo bueno y lo no tanto que propone la virtualidad.
Pero digamos la verdad completa: nos acerca en segundos a nuestros amigos en Valladolid o a la prima Mili que desde hace unos meses migró a Adelaida. Sin ir más lejos, el changüí de lo virtual a nosotras nos permitió reunirnos sin reunirnos en pandemia, compartir las historias que narramos en plataformas en las que no necesitábamos hisoparnos y entrevistar simultáneamente sin barbijo. Obviamente este humilde pensamiento no pretende asumir el rol de queja a las transformaciones tecnológicas de nuestro tiempo.
Pero sí nos preguntamos, en reiteradas ocasiones, si el juego real en el que se involucra un encuentro genuino de personas, de infancias plenas de sonrisas por coincidir con un objetivo lúdico común como en las rayuelas dibujadas en las plazas, va a desaparecer ante el advenimiento del show de imágenes móviles.
Puede ser o parecer un planteo anacrónico, pero temimos que el monstruo digital atropellara sin atenuantes a la mágica sorpresa del juego físico.
Y, una vez más, para nuestra tranquilidad y para la de las y los amantes del fútbol, la vida es eso que ocurre entre mundial y mundial y, va acompañada de ese arrollador e inmortal fenómeno del álbum y sus figuritas.
En ese certamen de papel, fluyen y confluyen reacciones más diversas que las de las redes. En un kiosquito cualquiera, se viralizan las emociones, se comparten las ansiedades y se establecen los puentes generacionales más diversos.
Porque en ese intercambio inigualable de figus con rostros que disputarán el Mundial de Catar, corren hacia nosotras Jeremías, Samuel, Valentino, Cayetano, Lis, Enzo, Fausto, Simón, Felipe gritando "¡Mamá me tocó Messi!".
Porque en ese intercambio inigualable de figus, con rostros de otras Copas del Mundo, con idéntica espontaneidad, corremos nosotras porque nos tocó la del Diego, la de Román, o la del Payasito Aimar.
Porque en ese intercambio inigualable de figus, en cada recreo y patio que se jacte de serlo, quedarán aún tapaditas y chupis que reúnan más historias reales para compartir.
Los tiktoks posta, siempre alentando a la albiceleste.
Por SABRINA MARCHESE (*)
(+) "Futbolíricas" es el libro escrito por: Laura López, Déborah Puebla, Sabrina Marchese, Analía Doña, Victoria Fabrizi, Victoria Vargas, Erika García, Rosalía Dagostino, Yésica Alcaino, Nabila Barta y Analía Cuccia Baidal.