La Universidad de Chile difundió un nuevo parte médico tras los graves disturbios registrados en Avellaneda durante el partido de la Copa Sudamericana frente a Independiente. Según informó la institución, ocho de los doce hinchas heridos ya recibieron el alta, mientras que uno permanece en terapia intensiva y otros continúan bajo observación.

El presidente del club, Michael Clark, se reunió en el Hospital Fiorito con sus directivos para interiorizarse sobre la situación. Allí le confirmaron que la mayoría de los afectados evoluciona favorablemente. En paralelo, el Ministerio de Salud bonaerense detalló que dos hombres chilenos debieron ser intervenidos quirúrgicamente: uno de 56 años, con traumatismo de cráneo y fractura cervical, permanece estable; el otro, de 33, está en estado reservado.

Clark también llevó tranquilidad a las familias de los internados y aseguró que el panorama mejora: "De las doce personas quedan cuatro hospitalizadas, y al final del día podrían ser solo dos".

Las cifras oficiales son contundentes: diecinueve personas heridas y ciento treinta y cinco detenidas tras los incidentes en la tribuna visitante. Dos de los lesionados necesitaron neurocirugías de urgencia, mientras que la mayoría fue derivada al Hospital Fiorito y el resto a los hospitales Wilde y Presidente Perón.

El embajador chileno en Argentina, José Antonio Viera-Gallo, confirmó que no hay hinchas en riesgo vital y transmitió que el propio presidente Gabriel Boric expresó su preocupación. Además, el diplomático informó que los menores detenidos ya fueron liberados y entregados a familiares, mientras que el resto de los casos seguirá siendo evaluado por la Justicia argentina.

El operativo de seguridad en el Libertadores de América incluyó controles en los accesos, aunque la violencia se desató igual: hinchas visitantes prendieron fuego una butaca y lanzaron objetos hacia el sector local, lo que escaló la tensión. El informe policial detalló daños en baños, cañerías y tribunas, además de escenas de simpatizantes evacuados en condiciones deplorables.

La situación se agravó pasadas las 22, cuando el partido iba uno a uno y la serie favorecía a los chilenos. Los disturbios continuaron dentro y fuera del estadio: el micro de la delegación visitante fue atacado con piedras y vidrios rotos, lo que obligó a reforzar la seguridad con Infantería.

Representantes de Conmebol, directivos de ambos clubes y autoridades policiales mantuvieron una reunión de urgencia. Aunque la Policía y la APreViDe pidieron suspender el encuentro, la decisión se demoró hasta concretar el desalojo de los visitantes. Finalmente, el partido fue suspendido y la Justicia imputó a ciento treinta y cinco detenidos por "resistencia a la autoridad, lesiones y daños".