El turismo se mueve en Mendoza, pero con cifras bajas
Aunque las reservas mejoraron en la segunda mitad de julio y la nieve aportó atractivo, referentes del sector turístico mendocino coinciden en que la ocupación no alcanzará los niveles del 2023. La rentabilidad sigue comprometida por los altos costos y márgenes ajustados.
Pasado el 15 de julio, el turismo comenzó a mostrar mayor dinamismo en Mendoza y otras regiones del país. Aunque la primera quincena se vivió con actividad moderada y con una presencia de nieve aún escasa para quienes buscan aventuras en trineo, la segunda mitad del mes trae mejores expectativas.
El inicio de las vacaciones en Ciudad y provincia de Buenos Aires, sumado al receso invernal en Brasil, impulsó el aumento de reservas y niveles de ocupación. Sin embargo, aunque este repunte genera algo de entusiasmo en un sector golpeado, muchos coinciden en que no será suficiente para revertir el año. De acuerdo con estimaciones privadas, la ocupación difícilmente supere el 60% en julio.
Desde el Ente de Turismo provincial (Emetur) señalaron que los datos concretos recién estarán disponibles en agosto, a partir de la información relevada por el Observatorio de Turismo. Mientras tanto, proyectan un promedio de 70% de ocupación entre el 7 de julio y el 1 de agosto, basados en búsquedas en plataformas como Booking o Despegar, un indicador distinto al de reservas efectivas.
Durante el invierno de 2024, las intensas nevadas atrajeron visitantes de último momento, lo que elevó la ocupación al 80% según privados y entre 70% y 88% según fuentes oficiales en las semanas más fuertes de la temporada.
Desde la Cámara de Hotelería de Mendoza, su presidente Marcelo Rosental indicó que la segunda quincena promete mejores resultados que la primera. Actualmente, las reservas están cerca del 45%, con proyecciones de cierre del mes entre 55% y 60%. Aclaró que estos porcentajes son promedios generales, ya que la situación varía entre cabañas que pueden llegar al lleno total y hoteles, donde la cantidad de camas es considerablemente mayor y, por tanto, la ocupación más difícil de sostener.
En ese marco, Diego Stortini, empresario y miembro de la Federación Económica de Mendoza (FEM), explicó que la situación es dispar: algunas unidades están al borde del cierre, mientras otras han logrado mejorar respecto al año anterior. "No se debe a una mayor cantidad de turistas, sino a que nos adaptamos comercialmente y nos profesionalizamos", detalló.
Frente a las dificultades, muchos empresarios optaron por implementar estrategias de adaptación. Algunos logran sostener sus negocios, aunque cerrar un hotel no es tan simple como cerrar un local gastronómico o una agencia. En este contexto, la Cámara de Hotelería lanzó una plataforma digital llamada MendoB2B, que permite vincular directamente a agencias con alojamientos mendocinos. El desarrollo surgió del Programa de Fortalecimiento de Capacidades Digitales para pymes, coordinado con el Ministerio de Producción provincial, y apunta a fortalecer tanto la colaboración entre empresas del sector, como la gestión interna.
Márgenes ajustados y rentabilidad comprometida
Santiago Laugero, presidente de la FEM, celebró que el receso invernal generara cierto "veranito" para el turismo, aunque reconoció que los niveles finales estarán por debajo de los históricos. Aun así, destacó el efecto positivo en áreas como el comercio y la gastronomía.
Más allá del balance final, el consenso en el sector es que este movimiento ayuda, pero no alcanza para revertir la crisis. Con gastos fijos elevados, la ocupación mensual mínima para cubrir costos debe superar el 45%, indicó Rosental. Sin embargo, para establecimientos pequeños o medianos, resulta muy difícil sostenerse frente a la pérdida de poder adquisitivo de los argentinos y el atractivo de vacacionar en el exterior.
Aun con cierta mejora en la ocupación durante julio, Stortini aclaró que la rentabilidad sigue siendo esquiva. Uno de los motivos es la caída de la tarifa en dólares, sumada a un aumento sostenido en los costos operativos. Entre ellos, mencionó la presión fiscal, el alza en la tarifa eléctrica que subió 233% desde diciembre de 2023 y el peso de los salarios en un rubro que demanda mano de obra intensiva.
"El costo laboral en dólares creció 160% desde diciembre, lo que no significa que los sueldos sean altos o suficientes, pero sí representa un impacto fuerte para los empleadores", detalló Stortini. A eso se suman las cargas impositivas y previsionales, que representan un 52% adicional.