Mesa para tres: Milei con Macri y Barrionuevo

                                                                                            Dejemos de robar por tres años…

                                                                                            Luis Barrionuevo

Por Roberto Follari, Especial para Jornada

 Los encendidos elogios del sindicalista Luis Barrionuevo hacia Milei, no fueron rechazados ni objetados por el candidato “libertario”: en contraste con los discursos contra la casta, el personaje muestra los arreglos que quiere tejer Milei con voces poco prolijas de los gremios argentinos. Son dirigentes atornillados a sus cargos desde hace buen tiempo, que declaman peronismo pero ejercitan vaporosa identidad y maleable voluntad frente al poder. Y no pocas veces, abultadas cuentas bancarias.

  “Mi plata no la hice trabajando”, dijo sin dejo de vergüenza el gastronómico. No importa: la perorata del candidato contra la casta ya rindió sus frutos. Ahora, que parece que podría llegar a la presidencia, es momento de la verdad y de abandono de las promesas excesivas. Por ello el sindicalismo, al cual tantas veces se acusó de antidemocracia y de oscuros manejos para mantenerse en sus cargos, aparece como un aliado posible para Milei, gracias a la volatilidad de sus lealtades. Un hombre discutido como Gerardo Martínez, de la UOCRA, también se ha reunido con el político de la antipolítica. Y hasta se dice lo mismo de Lingeri, aunque éste parece que se opuso a la privatización del agua.

  El contraste no puede ser más grande: el ruidoso reclamo contra la política choca contra esta sorprendente relación con sectores cuestionados del sindicalismo. El nombre de Barrionuevo es realmente pasmoso, pues está asociado a las prácticas que él mismo se ha encargado de propalar: enriquecimiento “sin trabajar”. La crítica a la casta, la repulsa a los negociados con el Estado, “te las debo”.

  Es que hay mucho de inadmisible en el gesto del candidato, cuando pretende apropiarse del “que se vayan todos” del 2001. Tal pretensión es muy arbitraria: fue el pueblo, con el peronismo y la izquierda a la cabeza, quien salió entonces a la calle, para echar a los amigos de Milei: a Cavallo -admirado por el candidato-, a Menem -otro admirado-, a Roque Fernández (por entonces reciente ministro de Menem y ahora central en el equipo de La Libertad Avanza), y al neoliberalismo todo que Milei hoy representa. El 2001 fue contra el privatismo, se llenó de fábricas recuperadas y de asambleas populares, de clubes del trueque y de autoorganización territorial colectiva: todo lo contrario de la prédica del hombre que ama a los perros.

  Mientras, Massa inicia su campaña: tras las mejoras económicas lanzadas como ministro, promete como candidato acabar con el impuesto a las ganancias, y continuar con la quita de retenciones a los productos regionales. Muestra que la política se lleva menos del 1% del PBI, mientras los subsidios a los empresarios implican más del 4%: se advierte dónde está la verdadera casta. Se verá cómo se arregla en su rol de candidato, que recién ahora estrena: para ello es el encuentro con los gobernadores.

  Bullrich mastica su rabia contra un Larreta que no encuentra razones para apoyar a quien le arrebató su posible candidatura con las acusaciones más extremas. La ex ministra tiene dificultades para hallar nuevo lugar: es obvio que no puede pasar de atropellar adversarios a dar sermones humanitarios. Y es que para derechistas, ya Milei copó la banca. Massa le quita a Bullrich votos del centro, la UCR se abroquela contra el privatismo -que también la candidata representa-, y busca defender la educación pública, especialmente la universidad. Como la opción presidencial de JxC, Bullrich tiene un cometido difícil: y para colmo, Macri muestra -casi sin tapujos- su preferencia por el melenudo de LLA.

  El romance entre Macri y el llamado “libertario” se hizo público la noche misma de las PASO: fue referido por ambas partes. El fundador del PRO lo lanzó en el supuesto festejo que compartía con Bullrich y todo JxC. Atónitos, debieron escuchar que su máxima figura  proclamaba un solapado apoyo a su adversario electoral.

  No parece coherente hablar contra la casta, y a la vez ir con Macri. Es un personaje  asociado a esa política que los libertarios dicen detestar. Pero se trata de la “realpolitik” que ahora ha elegido Milei: terminado el momento de los gritos y los dichos apocalípticos, la motosierra queda sólo para ingenuos y desinformados. Ya se puede ir con la familia Menem, con los herederos de Cavallo, con ex funcionarios de los noventas, con los “borderlines” del sistema como Barrionuevo.

  La idea es clara: la poca gobernabilidad que tendría una eventual presidencia de Milei, trataría de suplirse con el apoyo de Macri. Apoyo que, es obvio, no viene de todo JxC: la mayoría de la UCR y de la Coalición Cívica no lo seguirían. Incluso, no todo el PRO. Pero sería un espaldarazo para las escuálidas y desordenadas lides políticas de LLA, que hasta a un funcionario del actual gobierno han tenido que recurrir (es el caso de Guillermo Francos).

  Por ahora, parece tenderse a un ballotage entre Milei y Massa: el primero se mantiene en ventaja, pero parece no sólo no crecer, sino haber bajado levemente en la última  quincena de agosto (según la encuestadora Analogías). Quizás sucede que las picardías actuales en su junta con la casta, estén empezando a pasar factura.-

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