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Intrigas, sospechas, traiciones, recelos, venganzas, tensiones. El cierre de listas de precandidatos en Mendoza dejó todo tipo de sensaciones y particularmente especulaciones sobre el armado electoral que conforma la oferta de las PASO del 11 de junio, y posteriormente, las generales del 24 de setiembre. 

23/04/2023 11:27
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Por Luis Abrego

Intrigas, sospechas, traiciones, recelos, venganzas, tensiones. El cierre de listas de precandidatos en Mendoza dejó todo tipo de sensaciones y particularmente especulaciones sobre el armado electoral que conforma la oferta de las PASO del 11 de junio, y posteriormente, las generales del 24 de setiembre. 

Está claro que el escenario político se reconfiguró con el quiebre del Frente Cambia Mendoza (FCM) y la aparición de La Unión Mendocina (LUM) por impulso de Omar De Marchi; pero de allí en más, la definición de las precandidaturas generó continuos golpes de efectos que modificaron sustancialmente esquemas, protagonistas, y por ende, posibles resultados. 

Sin dudas, el anuncio del salto del radical lasherino Daniel Orozco y su integración como compañero de fórmula con De Marchi es uno de los impactos más fuertes, aún no evaluados de este proceso. La deriva política por la sucesión en su departamento y su zigzagueante desenlace deberá ser ahora evaluado en su real dimensión; y en particular, en el caudal de votos que pueda aportar en el nuevo frente. 

Frente a ese inesperado golpe, y la incorporación de algunas figuras peronistas al variopinto conglomerado demarchista, Alfredo Cornejo optó por radicalizar su perfil y no dejar dudas ante el electorado de su postura antikirchnerista. Así, decidió cerrar su fórmula con la polémica médica del Pro y exponente bullrichrista, Hebe Casado. Una disputa, por derecha, en el espacio en el que también pretende apalancarse De Marchi, aunque a algunos de sus aliados incomode. 

Antes, Cornejo deberá superar la interna que Luis Petri le planteó con su compañera de binomio, también radical, la ex legisladora Patricia Giménez; una dupla con la inocultable bendición de Julio Cobos.

La pelea Cornejo/De Marchi será más allá de las ideas o los modos, en la percepción simbólica de la batalla mayor ante lo que se prevé como la última etapa del kirchnerismo, acuciado por sus internas y su impotencia para resolver el drama socioeconómico que llevó a Alberto Fernández a renunciar a su reelección, tal como deseaba Cristina Kirchner. En esa épica avanzada final, Cornejo sostiene que el armado de De Marchi no sólo es fruto de su personalismo, sino que también es funcional al reciclado peronista para lo que vendrá. Y razones no le faltan al exgobernador. 

Lo del peronismo es de mucha más compleja comprensión. El espacio más efectivo en términos de gestión, pero también de inserción electoral territorial, el denominado sector "de los intendentes" parece haberse negado a ser carne de cañón a precio vil. Es decir, asumir el costo de una muy probable derrota y seguir marginados de la conducción partidaria que ejerce La Cámpora

Ante ello, optaron a último momento, por apoyar una fórmula que tampoco parece representarlos en su totalidad como es la que expresan Guillermo Carmona y Liliana Paponet para competirle al cristinismo puro que declaman (vaya curiosidad, el ex ganso) Omar Parisi y Lucas Ilardo.

Significativamente, ninguno de los caciques (o ex) con posibilidades asumieron el desafío: Roberto Righi, Martín Aveiro, Emir Félix, Alejandro y Adolfo Bermejo... ¿Esperarán la debacle K para volver por sus dominios? ¿Cristalizarán en las sombras una alianza secreta con De Marchi, como parece expresar la presencia en LUM el sanmartiniano Jorge Omar Giménez o el ex ministro de Francisco Pérez, Diego Martínez Palau? 

Las próximas elecciones adelantadas en siete municipios serán sólo un indicador de estos cruces de partidas simultáneas, en las que los intendentes del PJ buscarán afianzar su terruño como para desde allí evitar que no todo sea tierra arrasada. Un consolidar posiciones de retaguardia del peronismo mendocino, tal vez, en su hora más difícil. 

Por lo pronto queda claro que estas elecciones marcan el fin del esquema político de unanimidad tras la figura de Cornejo iniciado en 2015 y la gran pregunta a responder es si además de cuestionarse ahora su liderazgo, implica también el fin de su ciclo político-institucional en Mendoza, o una continuidad con equilibrio. En un escenario tan roto, este tiempo de crisis y apatía parece indescifrable para conclusiones apresuradas.  

 

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