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Oficialismos fortalecidos y proyecciones inciertas tras las PASO municipales de Mendoza

Dentro de las conclusiones que dejaron las siete elecciones concretadas días atrás en Mendoza hay una que sobresale: la ventaja que los oficialismos lograron establecer de cara a los comicios generales en esos municipios

05/05/2023 08:19
Stevanato arrasó en las elecciones de Maipú con el 52% de los votos
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Por Luis Abrego

Dentro de las conclusiones que dejaron las siete elecciones concretadas días atrás en Mendoza hay una que sobresale: la ventaja que los oficialismos lograron establecer de cara a los comicios generales en esos municipios. 

Así, la oposición (principalmente el justicialismo, ahora Frente Elegí -FE-) ratificó la efectividad y el acierto de su estrategia de desdoblar y votar en fecha separada del cronograma provincial. 

Fue aquel un acto reflejo de pura necesidad ante la compleja sucesión de derrotas acumuladas en la provincia en los últimos años, pero también del incierto menú de posibilidades que ofrece la gestión nacional de Alberto Fernández que no cesa en su intento de producir incertidumbre y de no acertar en la toma de decisiones, especialmente económicas. 

La idea fue clara: salvar los territorios propios para después ver si el juego provincial podría ofrecer alguna chance. Por entonces, Omar De Marchi no había tomado aún la decisión de romper el Frente Cambia Mendoza (FCM) y el pronóstico auguraba un escenario más negro del que efectivamente deberá enfrentar ante un oficialismo dividido. 

Así, Lavalle, Santa Rosa, La Paz, Maipú, Tunuyán y San Rafael, todas administradas por el PJ ratificaron en bloque sus elecciones, una maniobra a la que posteriormente se sumó también San Carlos, lo que adelantaría el descontento y luego divorcio con Rodolfo Suarez y el radicalismo en particular. 

Lo cierto es que en esas comunas respiraron con alivio el domingo por la noche, pese a los inconvenientes que para muchos supuso la Boleta Única Papel, a cuya falta de información acusan del alto porcentaje de votos nulos, que en Maipú y San Rafael llegó hasta más del 8%, cuando en ocasiones anteriores, esa categoría, apenas superó el 1%. Afortunadamente, no se cuestionó la agilidad y transparencia que brinda este salto institucional cualitativo, siempre perfectible. 

Tal vez como balance político quede el holgado triunfo de Matías Stevanato, pero también el sabor amargo de Roberto Righi que no pudo imponer a su candidato, Gerardo Vaquer, y abrir entonces un interrogante sobre el comportamiento futuro de esos votantes. El resto, dentro de lo previsible pero también lejos del relajamiento. 

En el oficialismo la sorpresa la dio Mauricio Pinti Clop que se quedó con la candidatura radical en Maipú, la escasa diferencia (frente contra frente) en San Rafael y San Carlos, que alberga la posibilidad de revertir la ecuación, pero no mucho más. 

Ya sea por costumbre, disponibilidad de recursos o despliegue territorial (eso que en la jerga llaman “aparato”) los defensores del título (leáse, los intendentes en ejercicio más allá de que reeligieran o no) cumplieron con su tarea y produjeron el efecto simbólico de propinarle siete derrotas simultáneas tanto a Suarez como a Alfredo Cornejo, como si esto acaso pudiera ser un anticipo seguro de lo que vendrá. 

Un dato tan real como engañoso a la vez, si se considera que las comunas que votaron representan tan solo el 29,62% del padrón provincial. Y que si a ello se le suma el alto índice de ausentismo registrado en estas PASO (casi 36%, lo que significa que uno de cada tres ciudadanos en condiciones de sufragar, no lo hizo), dificulta en extremo la tarea de sacar de aquí proyecciones que sean válidas para la elección provincial en la que se expresará el 70% que ahora no estaba convocado a votar.

Esta caída en la participación de más del 10% con respecto a las primarias de 2019, ¿será bronca, decepción o simple apatía? Allí apuntarán los que siguen en carrera. 

Por lo pronto, este acotado ensayo sirvió para confirmar tendencias, despejar aspiraciones y encender el músculo electoral de la política en una rutina que recién comienza. 

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