No en vano, los volantes campeones mundiales que se transforman en definidores cuando ingresan a la zona de decisiones se hallan en las grandes ligas europeas, por caso Enzo Fernández, Rodrigo De Paul, Alexis Mac Allister o Leandro Paredes. 

Quienes se mantienen en el fútbol argentino o, en otras ligas que no sean las top a escala planetaria, contribuyen a ensamblar líneas en la columna vertebral de un equipo, pero carecen de ese plus de eficacia que distingue a un crack. 

River, en la víspera, generó situaciones de riesgos, al menos en tres oportunidades ante Monterrey, pero apenas Franco Mastantuono -edad de juvenil, pichón de crack y MVP del encuentro- ratificó que es un tiempista clave tanto para el armado como para el pase filtrado o la pelota parada. 

Claro está: Real Madrid lo quiere ya y ni siquiera lo dejaría jugar el Mundial Sub20 en Chile, previsto entre fines de septiembre y las primeras tres semanas de octubre próximo. 

Encima, ahora sin Enzo Pérez, Castaño ni Galoppo, la banda roja tendrá que jugarse el pase a octavos contra el Inter de Milán, todo un especialista en trabar, raspar y avanzar por los extremos para cerrarle espacios al rival, tal como recicla históricamente la cuestión identitaria italiana. 

La tendencia de pensamiento en el cuerpo técnico riverplatense implica que la línea de mediocampistas para la generación, recuperación y el quiebre en función ofensiva será el eje de equilibrio ante un adversario que ya aplica ese modo de interpretación del juego como si fuera un parámetro natural.

Marcelo Gallardo tendrá tres días para analizar de qué manera blindar a "Mastan", a quien lo tomarán en marcación escalonada y no hombre a hombre. 

Se vendrá un duelo con características de toda una final anticipada para dos equipos que están dentro del espectro candidateable en este Mundial de Clubes para meterse en el lote de punta entre quienes asoman en proyección como aspirantes a la consagración.