El PSG perdió mucho más que un partido
Impensable. Sólo el fútbol puede ofrecer algo así, tan impactante. Hace apenas cuatro días, el PSG goleaba 4-0 al Real Madrid con tres goles en el primer tiempo y se erigía como el gran candidato a ganar el Mundial de Clubes, pero no sólo eso.
La demostración de fuerza de los parisinos, que reciben dinero ilimitado desde un fondo de inversión qatarí, en lo que se dio a llamar "Sportwashing" (lavado de cara desde el deporte para un Estado de más que dudosa imagen) fue tal que no alcanzó con imponerse de manera rotunda en la UEFA Champions League el pasado 31 de mayo ante el Inter de Milán por 5-0 en Munich.
El PSG se impuso de manera rotunda en la UEFA Champions League el pasado 31 de mayo ante el Inter de Milán por 5-0 en Munich.
Presidido ahora por el poderoso Nasser Al Khalaiffi, titular de la Federación de Tenis qatarí, de la influyente Asociación de Clubes Europeos y de estrecha relación con Aklecsander Ceferin, presidente de la UEFA y además, muy cercano a la cadena televisiva BeInSports, que posee los derechos de gran parte de los torneos deportivos., el PSG fue ahora por el "Septete de Oro".
Nasser Al Khalaiffi, actual presidente del Paris Saint Germain.
¿Qué significa esta expresión? Que no sólo se ambicionaba ganar los siete títulos de la temporada, de los que ya llevaba cuatro (UEFA Champions League y los tres locales, Supercopa, Copa y Liga francesa), el quinto era el Mundial de Clubes y quedaban, de aquí a fin de 2025, la Supercopa de Europa (el 13 de agosto, ante el Tottenham, ganador de la Europa League) y la Copa Intercontinental, pero a eso había que sumarle otro de los grandes objetivos, que siendo el club francés, un jugador suyo, y galo, ganara el 22 de septiembre, en París, el Balón de Oro al mejor jugador del año.
Ese título, de forma estratégica, el PSG lo pensó para Ousmane Dembélé, dada la enorme evolución, deportiva y de liderazgo, que tuvo en esta temporada, en la que superó el techo de los treinta goles jugando como centrodelantero y concentrando el poder en el vestuario ante la salida en julio pasado del último de los supercracks del plantel, Kylian Mbappé, al Real Madrid. Antes, ya habían partido Lionel Messi y Neymar, y el entrenador español Luis Enrique entendió que era el momento de potenciar al espigado delantero que había pasado por el Borussia Dortmund y el Barcelona sin sobresalir demasiado, amagando más que concretando.
Ousmane Dembele, delantero del PSG
A partir de la gran campaña de esta temporada, de la consolidación del equipo y de su producción propia, el PSG apuntó todos los cañones para que Dembélé fuera el emblema y el candidato al Balón de Oro, que debía coronar en septiembre en París la gran fiesta de los franceses, desplegando en este Mundial un lobby descomunal, del que este periodista fue testigo directo.
Ahora, todo parece quedar en el aire y el Balón de Oro dependerá, como siempre, de la voluntad de los votantes, que muchas veces se basan en los resultados deportivos...