Caminante no hay camino...en el Mundial de Clubes
Se acerca la hora del partido inaugural del Mundial de Clubes en el estadio Hard Rock y en el grupo de WhatsApp de los periodistas que cubren la actividad del Inter de Lionel Messi aparece una duda: a nadie le funciona el QR del parking que permitirá estacionar el coche cerca del estadio.
A los "cráneos" de la organización del Mundial por parte de la FIFA se les ocurrió la brillante idea de que la plataforma para el parking sea la misma que se utiliza durante todo el año para cubrir a los Miami Dolphins, equipo de fútbol americano, y ésta no coincide con los parámetros del organismo del fútbol internacional.
Habrá que convencer, entonces, a cada uno de los controles cuando se pase por la zona con el coche, mostrando las acreditaciones y en la pantalla del teléfono, el despliegue inconcluso del programa. A la "hora de la verdad", a dos o tres se les abrirá milagrosamente justo delante de los empleados, pero más de uno, nunca lo pudo abrir.
Otros, no recibimos nunca el correo electrónic0o por el que se nos anunciaba la acreditación específica para el partido inaugural, como suele suceder, y seguíamos en una supuesta "lista de espera" aunque hayamos aplicado más de medio año antes y cuando, se dijo, el cupo de los periodistas no estaba completo. Intentamos comunicarnos con varias fuentes de la FIFA, pero ninguna respondió con claridad. Al final, a una hora del partido y ya en el estadio, un técnico nos resolvió el problema desde una nueva aplicación que lanzó la institución y que se suma a las complicaciones para entender el jeroglífico del llamado "FIFA Media Hub", un canal de medios dentro de la web.
Por ejemplo, para aplicar para cada partido, dentro de la aplicación, hay que hacer primero un "check-in" como si fuera un vuelo.
Pero esto no termina allí: este cronista decidió viajar al estadio en un bus de prensa, que salía a las 15 desde un hotel cercano a donde reside, en el barrio cerrado de Aventura. Mediante un Uber, llegó a dos minutos de la salida, con la lengua afuera, y en la puerta, encontró a varios colegas contemplando el reloj: el transporte no aparecía. Se fueron sumando decenas y nada...cuarenta minutos después, con 33 grados a la sombra y mucha humedad, unos compatriotas argentinos se apiadaron de algunos de nosotros y nos invitaron a subir a su coche. Ellos tampoco lo iban a usar, pero, resignados al ver que el bus seguía sin aparecer, decidieron el único camino posible. Nos desviamos más de una vez de la ruta indicada, lo que nos hizo perder tiempo y espacio, porque en Miami no hay demasiadas chances de retomar si uno se pasa de largo, pero 16,20 estábamos estacionando en el parking correspondiente gracias al milagro de que a uno de nuestros compañeros se le apareció en el teléfono el QR que ya parecía utópico.
Cuando ya nos parecía que lo más difícil había quedado atrás, vino lo peor: los "cráneos" de la FIFA nada hicieron para cambiar lo ya establecido: el parking para la prensa se encuentra del lado opuesto de la entrada al estadio para esos mismos periodistas, lo que implicaba atravesar, a pie, casi todo el largo del estadio bajo 33 grados y una humedad imposible, y sin carteles a la vista sobre cuál es la entrada que nos correspondía.
Hechos sopa, sin bebidas a mano, y con los distintos empleados enviándonos a puertas equivocadas, pero con total seguridad, pudimos llegar, por fin, a la zona imaginada como a las 18,10 y, por supuesto, de querer un vaso de agua hubo que pagarlo como cualquier hijo de vecino.
Los partidos en el Hard Rock Stadium se ven desde detrás del arco, muchos monitores no funcionan, y la ventana cerrada no permite conocer el sonido ambiente. No está de más contar lo ocurrido al final cuando, otra vez, nadie supo indicar el camino para asistir a la conferencia de prensa o a la zona mixta. Todos aceptan que esto "es un desastre" pero luego, el colectivo se divide entre los optimistas, que creen que todo se irá corrigiendo en el camino, y los pesimistas, que nos piden nuestro teléfono para contarnos lo que saben -que parece mucho- "pero, eso sí, una vez que termine el torneo" para no arriesgar su trabajo ocasional.
Caminante no hay camino, parece que hubiera dicho el gran poeta Antonio Machado, de haber despertado en Miami y supiera de este caótico Mundial de Clubes, que no hizo más que empezar.
Por Sergio Levinsky, desde Miami