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Xavi ofrece su salida para “pacificar” al Barcelona, y se puede quedar corto

El entrenador "Culé" tras la derrota frente a Villareal confirmó que a final de la temporada dejará su puesto en el banco del club español 

28/01/2024 16:50
Foto Web.
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Hace horas, el director técnico alemán Jürgen Klopp lograba impactar al mundo del fútbol con su anuncio de que a fin de temporada, el próximo 30 de junio, dejará al Liverpool luego de una floreciente década, en la que ganó la mayoría de los títulos y recuperó para los “Reds” posiciones históricas que habían perdido.

Apenas un día más tarde, el Barcelona caía -una vez más- recibiendo muchos goles, 5-3, como local ante el Villarreal por la Liga Española, en la que hoy se encuentra a once puntos del líder, Girona y si gana su partido pendiente, a trece puntos del Real Madrid, y de esta forma, una hora después del pitido final, en una conferencia de prensa, su entrenador, Xavi Hernández, anunciaba su salida para la misma fecha que Klopp, el 30 de junio, como una forma -dijo- de descomprimir la tensión alrededor del equipo, haciéndose responsable de los malos resultados.

Las renuncias de Klopp y Xavi, con un día de diferencia y con la misma fecha puesta en el cheque de la credibilidad, no parecen tener que ver, con realidades de sus equipos diametralmente opuestas (el Liverpool es nuevamente líder de la Premier League y recuperó de a poco ese juego dinámico que tanto se le aplaudió entre 2015 y 2019, año en el que terminó ganando la Champions League), y sin embargo, algunos sí los vinculan, porque cierta parte de la prensa catalana ya comienza a especular con que el alemán pueda hacerse cargo del Barcelona para la temporada 2024/25 aunque él insista en que se tomará un año sabático y otros, en Alemania, crean que en verdad espera que finalice la Eurocopa para ser convocado a dirigir a su selección camino al Mundial 2026.

Lo cierto es que más allá de lo que haga Klopp con su vida y su trabajo, la situación de Xavi es mucho más complicada, de acuerdo con los últimos resultados del Barcelona pero lo que es peor, sus rendimientos en los campos de juego: en menos de quince días se quedó afuera de la Supercopa de España y de la Copa del Rey, y prácticamente dijo adiós a la Liga, por lo que de todas las competencias originales de la temporada, sólo le queda la Champions, justamente la más difícil de todas, y en la que en octavos de final debe enfrentar al Nápoli entre febrero y marzo próximos.

El Barcelona perdió 4-1 ante el Real Madrid en la final de la Supercopa de Espala en Riad, cayó por 4-2 en San Mamés ante Athletic de Bilbao por los cuartos de final de la Copa del Rey, y cayó por 5-3 ante un Villarreal que se encuentra más debajo de mitad de tabla en la liga, jugando como local. 13 goles en contra en tres partidos claves, así como 46 en la temporada cuando en toda la 2022/23 recibió 44. Datos elocuentes del momento que atraviesan los catalanes.

¿Cómo se llegó a esta situación? Evidentemente, se trata de un largo proceso, que comenzó esta temporada porque la anterior, con las conquistas de la liga y la Supercopa de España, la situación parecía otra, con una defensa muy sólida, un gran arquero como el alemán Marc Ter Stegen, y un mediocampo que necesitaba un recambio para Sergio Busquets, que se había ido después de quince años, más algunos pocos refuerzos para que el plantel fuera más largo para afrontar la variedad de compromisos.

Pero las cosas se fueron desdibujando. Por un lado, es cierto que las lesiones fueron minando la calidad del equipo porque por más que Iñaki Peña sea un buen arquero, no es lo mismo que Ter Stegen, que lleva meses parado, ni tampoco nadie pudo sustituir en carácter e intensidad a un volante como Gavi, mientras que un talento como Pedri estuvo mucho más ausente que presente, y ahora se conoce que el lateral izquierdo Alejandro Balde se perderá el resto de la temporada.

Pero las lesiones no pueden condicionar de esta forma el accionar de todo un plantel. Lo que Xavi no pudo administrar fue el desconcierto global que produce el barcelonismo en tiempos de crisis institucional y de apelación a las llamadas “palancas” (venta de activos) para poder hacer frente a contrataciones, al estar impedido de hacerlo desde la lógica económica por incumplir con el llamado Fair Play Financiero de La Liga (así es como gracias a la lesión de Gavi pudo reemplazarlo por el joven delantero brasileño del Atlético Paranaense, Víctor Roque, y ahora intentará hacer lo mismo en el invierno en el lugar de Balde).

Y allí es donde entra en juego Xavi. Es evidente que el exgran jugador del Barcelona y la selección española intenta mantener su discurso y su idea del llamado “ADN Barça”, con un 4-3-3 que de todos modos fue flexibilizando al colocar a veces un cuarto volante como extremo para conformar un rombo, pero su sistema táctico naufragó muchas veces por mala elección de los jugadores acordes a cada partido o por la falta clara de consistencia al rotar demasiado a los elegidos para cada ocasión.

Lo cierto es que el equipo se fue desinflando y que no sólo no mejoró cada uno de sus jugadores, sino que, al contrario, fueron bajando su producción. Robert Lewandowski, de espectacular inicio en la temporada pasada, ya no era tan eficaz ahora y de repente, la mayoría comprendió que se trataba de un goleador veterano, ya en sus últimos tiempos. De repente, se comenzó a extrañar a Ousmane Dembélé, al que se le abrió la puerta de par en par y se le envolvió con celofán para acepar su pase al PSG, que implicaba ahorrarse muchos euros en salarios y premios. Ferrán Torres aparecía como errático y con errores en los principales momentos y ni Koundé ni Christensen, atrás, daban las garantías de tiempos pasados.

Y la estantería comenzó a caerse en todos los órdenes, lo que no sólo es un problema para el presente (sólo parece quedar la Champions) sino para el futuro: el no estar entre los dos primeros de la Copa del Rey obliga a estarlo entre los dos que lideren la tabla final de la Liga si el Barcelona quiere regresar a Arabia Saudita en enero de 2025 para jugar la Supercopa de España, que reparte 7 millones de euros en premios. Tampoco parece poder estar en 2025 en el Mundial de Clubes de Estados Unidos, porque España tiene dos plazas de las que una ya ocupa el Real Madrid (por haber ganado una Champions entre 2021 y 2024), y la otra, por ahora, es para el Atlético Madrid.

Xavi sabía, además, que era resistido por una parte de la prensa, que ya apuntaba al mexicano y excompañero suyo Rafa Márquez, a cargo del Barcelona B, aunque todo indica que el mayor candidato a sucederlo es otro excompañero suyo, Thiago Motta, actualmente de buen suceso en el Bologna en la Serie A. Y cuando alguien de la trayectoria del actual entrenador del Barcelona comienza a echarle la culpa de lo que ocurre a la prensa, es porque sabe que todos los caminos conducen al mismo lugar y que empieza a estar perdido.

Cuando llegó el masazo del 3-5 ante el Villareal en la tarde del sábado en Montjuic. Xavi sabía que algo tenía que conceder para que no le cayeran encima, porque tras las dos eliminaciones recientes en la Supercopa y la Copa del Rey, éste era un resultado “saca-técnicos”, y entonces, tras una hora de deliberaciones con sus dirigentes, decidió anunciar lo que pudo, y es que el 30 de junio dejará el cargo, aunque sea para que ya no lo molesten ahora.

También sabe que Laporta, el presidente del club, que en verdad tuvo que contratarlo porque pretendía a otro entrenador (Xavi había sido el candidato de Víctor Font, que se presentó a las elecciones y fue derrotado), lo habría echado allí mismo, en el estadio, pero no lo hizo por la amistad que los une y por lo que Xavi representa en el ambiente del fútbol, pero fue claro ante los medios: “Xavi sigue porque es Xavi”. Más claro, agua, aunque si el Barcelona sigue perdiendo, y especialmente, si queda eliminado en octavos de Champions, ya ni esta posibilidad le quedará al actual DT azulgrana, y seguramente tendrá vacaciones anticipadas.

“El ambiente del barcelonismo es cruel”, definió Xavi en la conferencia de prensa post-Villarreal, seguramente recordando cuando Laporta le envió emisarios para irlo a buscar a Qatar, donde dirigía al Al Saad, en el momento en el que otro ídolo azulgrana estaba a cargo del equipo, el holandés Ronald Koeman. Hoy ya no está Koeman, y Xavi tiene un pie afuera, y no es porque quiso tomarse un año sabático como Klopp, luego de una década, sino obligado, y tras dos años y medio. Es que cada año en el Barcelona son dos y medio en otro lado. A los 44 años, Xavi pudo comprobarlo en carne propia. Y esto, todavía, no terminó.

 

 

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