Tras cuatro años de su despedida física hasta podría llamarse a la confusión si se hablase de Santiago García y no se trata de un equívoco, sino de destacar que basta utilizar una palabra de dos sílabas para identificarlo: "morro".

Desde la cabecera de una popular del Gambarte irrumpió un cántico que nació de una letanía hasta desembocar en un estruendo y las cinco letras del apodo se convirtieron en un idioma único.

En la liturgia futbolera existe otro antecedente de otra sola palabra de cinco letras, tan referencial como evocativa: Diego.

En ese territorio insondable que es el corazón del hincha, en lo alto de ese podio imaginario se halla encriptado el ídolo que se ha transformado en un mito.

Se intuía, hasta haberse comprobado, que quien vestía la camiseta tombina atravesaba una fase de la depresión en el pleno sentido científico del término.

Más allá de las interpretaciones de café o de programas chimenteros, lo cierto es que solamente especialistas en la materia tienen la capacidad y formación adecuadas para diagnosticar y realizar un seguimiento del caso.

Porque este ser humano querible y entrañable sigue sobrevolando entre quienes lo abrazan simbólicamente sabiendo que una sonrisa eterna los seguirá abrigando sea cuándo, cómo y dónde fuere.

Una palabra, cinco letras, igual que Diego...igual que Tomba.