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La Selección y una enseñanza: dar vuelta la página, pero con la lección aprendida

Tras el golpe duro por la caída ante Uruguay, en modo inobjetable, el campeón mundial tiene que analizar la experiencia y aprovechar para deducir las razones de una performance que no estuvo a su altura

17/11/2023 10:53
Scaloni, a la búsqueda de respuestas.
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Esta derrota sin atenuantes frente a Uruguay le deja al seleccionado argentino un punto de partida para hacer un ejercicio de autoanálisis que se convierta en sano y provechoso antes de caer en el facilismo de la negación o de las excusas atribuidas, generalmente, a respuestas de ocasión tales como la mala suerte, un error pasajero o un fallo arbitral, cualesquiera sean.

Argentina se encontró, cara a cara, con un rival que demostró un altísimo grado de eficacia a partir de ejercer superioridad en cada sector de la cancha y en todas las fases de juego.

 Sorprendió, desde ya, que esa lectura previa de la formación visitante haya encontrado tal alto punto de perfección en ejecutantes que no solo cumplieron una misión, sino que – además – la ratificaron desde el principio hasta el final.

Y a la Selección, hoy día, le sirve mirarse hacia dentro y buscarle explicaciones a partir de descubrir las causas, interpretarlas desde el método ensayo/error y planear de qué modo se sale de esta performance insípida con vistas a fortalecer el doble objetivo mayor: la Copa América 2024 y el Mundial 2026.

Por empezar, las salidas de Molina, quien suele progresar en faz ofensiva con sobrada eficacia, se encontraron con una doble muralla del atacante uruguayo que se transformaba en defensor al no perder de posición al lateral derecho argentino; con Tagliafico, igual, aunque este no tiene tanto fondo como aquel.

En el sector central, la lectura de juego que demostró Ugarte es propia de aquellos mediocampistas centrales que parecen propios de otra época. Ubicación exacta para salir a esperar o cortar, más un porcentaje alto de cesiones positivas y sin comprometer el destino del pase. Si a esto se le suma que De la Cruz hallaba los espacios libres para mostrarse como receptor y posterior enganche, y a esto se le suma el despliegue inteligente de Valverde – no adelanta ni atrasa; un relojito – la superioridad oriental sobre el centro del campo albiceleste fue tan notoria como permanente.

Un errático Mac Allister, quien hasta perdía su espacio con fragilidad, fue punto de quiebre para que De Paul y Enzo Fernández, carecieran de una recepción de balón limpia y que los pusiera de cara al arco de enfrente. Sin estos volantes todo terreno claves, en la doble función de corte y distribución, sumadas a la de romper líneas en faz ofensiva, Argentina fue una formación quebrada y sin columna vertebral. Mérito del adversario, también, porque supo leer el cuándo, cómo y por qué debía fortalecerse tácticamente en esa zona, y lo hizo.

Pedirle a Messi más de lo que hace sería ingresar en un terreno anegadizo. Leo se muestra, la pide, se autogenera el espacio con quiebres en plena carrera, pausas, torsión del cuerpo y arranque buscando la opción más válida. No todo pasa por él, pero es claro que, cuando el balón le llega limpio, sí se puede esperar que de sus decisiones surjan los desequilibrios que solo el mejor de todos puede concretar.

Larga vida al crack, obviamente, pero con juego asociado de eslabones en la cadena que permitan ampliar la función colectiva en la faz de transición defensa/ataque. El equipo lo sabe respaldar y los antecedentes así lo confirman con los logros premium en 2021/2022 a escala planetaria. Pero, en esta producción en la Bombonera, casi no hubo triangulación en corto que le permitiera al número uno recibir la pelota con ventaja frente a la potencial marcación del oponente.

Me tocó en la conferencia de prensa post partido preguntarle a Lionel Scaloni acerca del rendimiento de la Selección y el entrenador dio su punto de vista, aunque haciendo notar que no estaba de acuerdo con lo que – profesionalmente – expresé desde mi función como periodista. Más allá de esto, el director técnico contestó con altura, solvencia, respeto y, como siempre, dando la talla del puesto que ocupa y con méritos sobrados.

Este análisis no tiene otro objetivo que el de cruzar interpretaciones acerca de las causas de tan flojo rendimiento ante una Selección que, no en vano, venía de ganarle a Brasil y ahora hizo un combo perecto contra Argentina – no ganaba aquí desde la Copa América 1987 -.

Ahora, precisamente ante la “verde amarela”, que llega tras dos reveses seguidos -anoche, ante Colombia- y le urge un triunfo resonante, se viene una nueva edición del clásico más valorado del fútbol mundial. Y será en el Maracaná, nada menos, el próximo martes.

Qué magnífica oportunidad se presenta para que el campeón del mundial vigente ratifique por qué sigue en el primer puesto del ránking FIFA.

Tiene con qué.

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