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La notable identificación catalana con la selección argentina

Como tantas postales de los festejos del tercer título mundial de la selección argentina, una de ellas es en el Arco de Triunfo de Barcelona. Pueden verse miles de camisetas argentinas, pero en este caso, entremezcladas con muchas del Fútbol Club Barcelona y no sólo vestidas por nacidos en nuestro país, que se han convertido aquí, en pocos años, en la primera colonia extranjera cuando hasta hace poco era la séptima, sino por los propios catalanes, identificados con la albiceleste.

02/01/2023 10:04
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Por Sergio Levinsky

Como tantas postales de los festejos del tercer título mundial de la selección argentina, una de ellas es en el Arco de Triunfo de Barcelona. Pueden verse miles de camisetas argentinas, pero en este caso, entremezcladas con muchas del Fútbol Club Barcelona y no sólo vestidas por nacidos en nuestro país, que se han convertido aquí, en pocos años, en la primera colonia extranjera cuando hasta hace poco era la séptima, sino por los propios catalanes, identificados con la albiceleste.

Pocas veces este cronista recuerda semejante simbiosis, aún habiendo vivido en la “ciudad condal” por casi una década. Podría pensarse que en estos años, Barcelona se argentinizó mucho, y ahora abundan casas de empanadas, pizzerías al corte nacional, helados de dulce de leche, odontólogos, psicólogos y arquitectos nacidos en nuestro territorio. Y es una verdad. Pero el sentimiento catalán por la camiseta argentina parece provenir de otras variables a la hora de tratar de explicarlo.

Inmediatamente hay que señalar que en Cataluña, España no simpatiza demasiado para buena parte de los catalanes. Los años de la dictadura franquista y para aquellos que creen que deben independizarse del “Estado español”, fueron generando un nivel tal de oposición que no sólo alejó a los hinchas catalanes de “La Roja” sino que durante muchísimo tiempo la selección española no iba a jugar como local a este territorio por miedo a reacciones contra el himno o en general, por el malestar que se fue generando. 

Este periodista recuerda cuando faltando un día para la final del Mundial de Sudáfrica 2010 entre España y Holanda, consultó a un colega catalán sobre quién se llevaría la Copa del Mundo y la respuesta fue “El Barҫa” (por los ocho jugadores que componían la base de “La Roja” en ese torneo).

Así celebraron en Barcelona el mundial ganado por Argentina

Y no sólo eso, sino que la selección argentina llegó a ser invitada más de una vez para jugar los tradicionales amistosos de fin de año contra la selección catalana, compuesta por mayoría de jugadores del Barcelona, aunque también del Espanyol, Girona y otros equipos regionales y que llegó a ser dirigida por Johan Cruyff en sus últimos años, en partidos que se jugaban en el Campo Nou.

De todos modos, los catalanes que simpatizan con el fútbol o que siguen de cerca los mundiales, bien podían haber establecido una corriente de simpatía con Brasil (en el Barcelona abundaron siempre los cracks brasileños como Ronaldo, Rivaldo, Romario, Edmilson, Daniel Alves o Ronaldinho, entre tantos), pero para volcarse por Argentina hubo un factor fundamental que tiene nombre y apellido: Lionel Andrés Messi.

Messi no es un jugador más en el Barcelona, sino el mejor jugador de su historia, algo que fue incluso aceptado por el mismo Cruyff, nada menos que quien cambió la historia moderna de los azulgrana, primero como jugador, luego como entrenador, y hasta dejó una marca como presidente honorario durante la primera parte del mandato de Sandro Rosell.

Cruyff fue quien buscó afanosamente que los “culés” (apodo que deriva de que en el viejo estadio de Les Corts, los hinchas se sentaban en los bordes del último asiento para ver mejor los partidos y sus colas se veían desde la calle) dejaran de pensar siempre en Madrid, la capital, para centrarse en sí mismos y olvidaran las quejas y el victimismo en el sentido de que a los “merengues” siempre se los beneficiaba desde el poder. Como jugador, en los Setenta, su influencia fue espectacular, y ya como entrenador, en los Noventa, ganó cuatro ligas españolas consecutivas y llegó a la final de dos Champions Leagues, de las que ganó una, en 1992 ante la Sampdoria, con el recordado tiro libre de Ronald Koeman en Wembley (1-0), y perdió la otra ante el Milan (0-4) en Atenas. Ya como presidente honorario, cargo honorífico que le impuso el presidente Joan Laporta en su primer mandado de principios de este siglo, se enojó con Rosell, sucesor de Laporta, por haber cambiado de la camiseta la publicidad de UNICEF por la de Qatar Airways. “Van a lograr que el Barcelona pase de ser 'Más que un Club' a ser 'un club más' “, sostuvo en aquel tiempo, antes de renunciar.

Ni siquiera Cruyff pudo en la comparación con Messi, que ganó 35 títulos con el Barcelona (10 ligas, 4 Champions. 3 Mundiales de Clubes, 3 Supercopas de Europa, 7 Copas del Rey y 8 Supercopas de España), y que en 778 partidos jugados marcó nada menos que 672 goles, el máximo anotador de la historia del club.

El rosarino, que se fue llorando del club azulgrana en agosto de 2021 cuando le comunicaron que debía marcharse porque no podían afrontar su salario por la crisis de la entidad, en la que acababa de asumir Laporta su segunda etapa como presidente, fue considerado como la máxima figura deportiva de 2022 por los lectores del diario catalán “Mundo Deportivo” con el sesenta por ciento de los votos, contra el 12 por ciento de la futbolista del Barcelona (y dos veces Balón de Oro de la revista “France Football”), Alexia Putellas, el 7 por ciento del tenista español Carlos Alcaraz, o el 6 por ciento de su colega suizo, recién retirado, Roger Federer.

Messi genera en los catalanes una corriente de simpatía sin igual en el mundo del deporte, aún cuando se encuentre en su segunda temporada en el Paris Saint Germain (PSG) y que muchos crean que si estuvo meses discutiendo su fallido contrato de renovación con el Barcelona, fue extraño que en tan pocas horas se haya puesto de acuerdo con el club francés que recibe ilimitados fondos del Estado qatarí.

El Mundial 2022 llegó al ambiente del fútbol español también en clave Real Madrid-Barcelona o Barcelona-Real Madrid, como suele teñirse casi todo cuando se relaciona con este deporte. Así es que si en Cataluña, Messi llevó a su gente a una idenfiticación total con Argentina, bastó eso para que buena parte de Madrid se volcara con Francia una vez que la selección española fuera eliminada en octavos de final por Marruecos.

No importó que la figura del equipo francés fuera Kylian Mbappé, quien meses atrás, luego de despertar una tremenda expectativa acerca de si por fin se vestía de blanco, acabó aceptando quedarse en la liga francesa en los últimos minutos del cierre del libro de pases. El sentimiento Anti-Messi y el recuerdo de aquellas jornadas desquiciantes con José Mourinho tratando de destronar al maravilloso conjunto de Josep Guardiola (y en el que Messi brilló), pudo más que todo y así aparecieron los debates y las tertulias en la TV, con unos de un lado, y otros del otro.

Si Messi (un argentino de éxito resonante en Barcelona) brilló en Qatar, al mismo tiempo, un catalán de notable éxito en la Argentina, y amante del fútbol como pocos, Joan Manuel Serrat, se retiraba de los escenarios como cantante, luego de más de cinco décadas, el 13 de diciembre y en la ciudad que lo vio nacer.

“Serrat es argentino como Messi catalán -sostiene en un sentido artículo Robert Mur, ex corresponsal del prestigioso diario “La Vanguardia” en Buenos Aires-.Mucho antes de que Leo y el Barҫa exportaran catalanidad, Joan Manuel Serrat ya recorría América Latina dejando una huella que medio siglo después de su primera visita no ha hecho más que crecer hasta convertirse en mito”, escribe, en un texto que se titula “Serrat es argentino” y cuenta las distintas experiencias vividas por el notable cantautor en nuestro país.

Este escriba se emocionó cuando hace poco más de quince años, en una visita de Serrat al programa “La Noche Abierta”, por la TVE2 (el canal cultural de la TV estatal española), que conducía Pedro Ruiz y en el que el público solía preguntar al invitado, ante una consulta al cantante sobre la situación de nuestro país, de donde regresaba de una gira, atinó a responder con naturalidad que “nosotros los argentinos pensamos...” y el aplauso brotó de los cuatro costados.

Ya había, acaso, una identificación catalana con los argentinos (como de los nuestros hacia ellos), pero la sensación es que Messi vino a colocar la guinda a la torta y que su éxito en el Mundial 2022 venía a coronar al máximo ídolo de la historia azulgrana al que sólo le faltaba la corona más grande para aventar cualquier duda y para acabar con la absurda polémica que varios medios de la capital española habían instalado, al punto de que un columnista, en las horas previas a un Clásico en el santiago Bernabeu, llegó a escribir, con firma y foto, que esa tarde, a Messi había que pararlo “por lo civil o por lo criminal”.

La genuina alegría con la que este cronista fue saludado por colegas catalanes al regresar del Mundial, o los mensajes que fue recibiendo en su whatsapp en la medida en la que la selección argentina avanzaba en el torneo, o el aliento antes de la partida hacia tierras qataríes, o un ex crack azulgrana como “Lobo” Carrasco trepándose a un compañero durante los festejos luego de los penales ante Francia, muestran a las claras la empatía con la que aquí se vivió el triunfo del equipo albiceleste.

No podría decirse que fuera como aquella hermosa canción de Serrat “No hago otra cosa que pensar en tí”, pero es como si lo fuera. Messi aparece diariamente en el pensamiento de los catalanes futboleros y no por nada, Laporta se ilusiona con su regreso, aunque Messi no le dirija la palabra. Y el título mundial de los argentinos se festejó en Barcelona como si fuera también de la ciudad.

 

 

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