El Boca de Russo se agrieta atrás sin saber cómo resolver el concepto táctico del juego europeo
Tanto contra Benfica como frente a Bayern Munich, la formación xeneize marcó en modo sudamericano y dejó fisuras ante rivales más experimentados en explotar falencias defensivas.
Haber sumado apenas punto sobre seis en juego es un indicio de que el objetivo principal de Boca Juniors para clasificarse a octavos de final en el Mundial de Clubes va achicando los márgenes de error, ya que además no depende de sí mismo.
Miguel Russo, quien aceptó llegar al club aún sabiendo que tendría escaso tiempo para el trabajo táctico, redujo las posibilidades de una pretemporada para fijar conceptos y trabajarlos en las prácticas.
Tras las dos primeras fechas del certamen ecuménico, los rivales más experimentados supieron cómo generarle situaciones de riesgo con métodos de entrenamientos que implican mucho táctica con el modus operandi ensayo/error. Y, en este nivel, los desajustes se pagan caro.
UN ERROR QUE FUE UN HORROR
El yerro defensivo de Boca en los dos o tres segundos previos al gol del empate de Benfica es de manual. Haber dejado libre a Nicolás Otamendi y sin marca en zona es un yerro garrafal, impropio de la concentración que se necesita en un nivel donde las falencias por desatención se pagan carísimo, Al mejor estilo de un basquetbolista que se va ganando el espacio cortinando, "Ota" se movió en semicírculo sin marcadores que lo siguieran, al punto de que el cabezazo fue limpio y sin obstáculos. Cuesta entenderlo porque si algo distingue como muestra de supremacía en el defensor campeón del mundo es cómo rompe líneas tácticas para coordinar salto, cabeza flexionada y orientación con parietal o frentazo. De no creer la falla en una defensa estática y sin reacción. Imperdonable. Y encima se desahogó gritándole el gol a los hinchas "xeneizes", quienes lo hostigaron verbalmente.
UN VENDAVAL CON LA VENTANA ABIERTA
Bayern Munich demostró conceptos tácticos de juego complejos de decodificar desde una mirada con tinte sudamericano. El gol de Michael Olise es una prueba de este concepto de provocar un efecto tormenta en el área rival: en el momento donde el mediocampista ofensivo inicia la jugada en diagonal hacia el área, hubo un movimiento masivo imperceptible de atacantes entrando a zona de definición aunque el balón no fuera el objetivo sino que el lado táctico era la distracción adversaria en la última línea. Si se vuelve a ver la acción coordinada para provocar confusión en la defensa rival, hay entre cinco y seis jugadores que entran y salen de posición distrayendo las marcaciones defensivas xeneizes. Ya había pasado algo similar en el gol de Harry Kane, con atacantes llegando al área y no estacionados en ésta. Mérito del DT Vincent Kompany, claro está. A Boca, como con Benfica, le volvieron a marcar un gol cerca del final. Tarea fina a resolver para Miguel Russo.