El decreto 345/2025 publicado en el Boletín Oficial el pasado 21 de mayo, genera una reforma estructural e integral del Instituto Nacional del Teatro, anulando en los hechos la vigencia de la Ley No 24.800.

Se termina así con el objetivo de la ley votada por unanimidad en el año 1997, cuya implementación significó a lo largo de veintisiete años el desarrollo del teatro independiente.

El cambio genera una afectación integral del espíritu de la ley, eliminando sus misiones y funciones, su organización interna y las posibilidades materiales para el alcance de sus objetivo así como, la distribución presupuestaria federal, el sistema democrático de toma de decisiones y la garantía de idoneidad de los miembros del cuerpo de conducción elegidos por concurso público de antecedentes y oposición son pilares de la norma afectada.

Se desmantela así, la estructura legal, funcional y organizativa del Instituto.

El Instituto Nacional del Teatro ha sido, desde su creación, un pilar fundamental en la promoción, el fomento y la protección del teatro independiente en todo el territorio nacional. Su eliminación significa un golpe devastador a miles de artistas, técnicos, gestores culturales y comunidades enteras, especialmente en regiones donde el Estado era el único sostén de la actividad teatral.

"Cerrar el Instituto Nacional del Teatro no es solo clausurar una oficina: es silenciar voces, vaciar escenarios, desmantelar redes comunitarias, negar el acceso al arte, cercenar la memoria viva de los pueblos. Es una política que desprecia la función social del teatro como herramienta de pensamiento crítico, inclusión, identidad y transformación", dice Valentina Morán.