Marta Palomo presenta: "Educar para volar, cuando la tradición da raíces y la innovación abre alas"
La Mgter en Educación Marta Palomo, a su vez Directora de la Escuela Italiana y escritora, publicó este articulo con respecto al rol directivo y el impacto en los estudiantes de hoy. La mirada de una especialista en la materia que abre caminos e invita a reflexionar.
Educar para volar: cuando la tradición da raíces y la innovación abre alas
En un mundo que cambia a gran velocidad, la educación no puede limitarse a transmitir información: debe descubrir talentos, formar en lo emocional y preparar a los estudiantes para el futuro académico, profesional y personal.
En tiempos de cambios vertiginosos, la escuela debe descubrir talentos, despertar habilidades y dar espacio a la emoción. Porque aquello que los estudiantes logran descubrir en sí mismos es lo que los acompañará mucho más allá de las aulas, en su vida profesional y personal.
El Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) es una metodología que invita a este descubrimiento. Pone a los estudiantes en el centro, animándolos a investigar, crear, resolver problemas y presentar soluciones. En ese proceso no solo aprenden contenidos: desarrollan capacidades que serán esenciales en su futuro profesional, como el pensamiento crítico, la creatividad, la colaboración y la comunicación. Un estudiante que aprende a trabajar en equipo, a gestionar tiempos, a escuchar y a liderar proyectos, es también un futuro profesional capaz de adaptarse y aportar valor en cualquier ámbito laboral.
Pero no se trata únicamente de formar para el trabajo: formar en lo emocional es tan importante como formar en lo académico. Cuando un alumno se siente seguro, acompañado y reconocido, florece. Aprende a manejar la frustración, a levantarse tras un error, a confiar en sí mismo. Y esas habilidades emocionales son las que más tarde le permitirán enfrentar desafíos en la universidad, en su profesión o en la vida misma, con resiliencia y confianza.
Ahora bien, abrazar la innovación no significa abandonar lo clásico. La tradición sigue siendo un pilar fundamental: los hábitos de estudio, la disciplina, la comprensión lectora profunda y la constancia son ese trampolín que da impulso al vuelo. La innovación, por su parte, ofrece alas para desplegar la creatividad y vincular el aprendizaje con la realidad de un mundo en permanente transformación.
El equilibrio está en combinar raíces y alas. La raíz que sostiene y el ala que impulsa. Una escuela que logra ese balance prepara a sus estudiantes no solo para aprobar exámenes, sino para liderar proyectos, construir vínculos sanos y transformar positivamente su entorno.
Hoy, más que nunca, familias, docentes y profesionales compartimos la misma misión: acompañar a los jóvenes a descubrir lo mejor de sí mismos. Porque educar no es llenar mochilas de información, sino abrir caminos de confianza, emoción y sentido.
Educar con equilibrio es sembrar futuro. Y ese futuro empieza ahora, en cada aula, en cada hogar y en cada mirada que les recuerda a los estudiantes que sí son capaces.
Edición periodística: Fabián Galdi.