Opinión

Ocho años sin Copa Libertadores para los argentinos

Al fin y al cabo, aquella final contra natura entre River y Boca, en el estadio Santiago Bernabeu de esta ciudad, fue un espejismo.

Por Sergio Levinsky desde Madrid
Por Sergio Levinsky desde Madrid

En las siete ediciones siguientes de Copa Libertadores de América, cada uno participó en una definición, y los equipos brasileños se repartieron casi todo el botín.

Lima acogerá una nueva final el próximo 29 de noviembre y los que la jugarán serán, otra vez, Flamengo y Palmeiras, hoy por hoy, los dos gigantes continentales, uno carioca, el otro paulista, y los que tienen plantel y presupuesto abrumadoramente superiores al resto, en especial, a los clubes que no son brasileños.

Estos dos equipos no sólo ya se enfrentaron en una final en 2021, con el triunfo del Palmeiras, sino que al mismo tiempo pelean el título del Brasileirao, la liga local, y como el cuadro de un torneo de tenis de Grand Slam, cuando comienza a disputarse la Copa Libertadores son los candidatos uno y dos (en el orden que usted quiera colocarlos) y terminan definiendo el título, algo así como que si cada partido es impredecible por aquel concepto del maestro Dante Panzeri de "Fútbol, dinámica de lo impensado", todo es totalmente diferente en lo que pasa fuera del césped, donde impera la lógica absoluta.

Los datos de estos últimos años en cuanto a la Copa Libertadores, la máxima competencia sudamericana, son demoledores: por quinta vez en los últimos siete años, dos equipos brasileños definen el título y por séptima vez en toda la historia, en 66 temporadas. Desde 2019 (incluido) todos los campeones fueron brasileños y si tomamos los últimos dieciséis años, desde 2010, los equipos brasileños se impusieron en once ocasiones, los argentinos en tres (dos River y una San Lorenzo), y los colombianos en la restante (Atlético Nacional).

Ocho años sin Copa Libertadores para los argentinos

Y de los últimos ocho títulos de Copa Libertadores desde 2019, Flamengo y Palmeiras ganaron dos cada uno, y en esta edición uno de los dos llegará al tercer título en ese lapso, es decir que entre ambos acapararán cinco de esos ocho campeonatos. Los equipos argentinos apenas si colocaron dos finalistas en el mismo ciclo: River en 2019 (justamente en Lima, ante Flamengo) y Boca en 2023 (en el Maracaná, ante Fluminense).

Pero no sólo los brasileños vienen apoderándose de todos los títulos sudamericanos, sino que han logrado remontar la enorme diferencia histórica que les habían sacado los clubes argentinos. En 2018, con el último título conseguido por River, la distancia llegó a ser de 25 a 18, y no estaban empatados (como a partir de ahora) desde 1966 (2-2, con dos títulos de Santos y dos de Independiente) porque cuando Racing ganó la Copa Libertadores de 1967, ya nunca más, hasta 2025, los equipos brasileños habían podido alcanzar a los nacionales.

La gran pregunta es el por qué de esta situación en la que la balanza se inclinó de manera tan rotunda y la disputa de la Copa Libertadores se volvió tan despareja y como suele ocurrir, no hay un motivo excluyente sino varios, aunque sí hay uno decisivo, y es el económico, como honestamente reconoció el joven entrenador del Flamengo, Filipe Luis, tras eliminar a Racing en semifinales.

Flamengo tiene hoy una verdadera selección sudamericana, con jugadores argentinos como el arquero Agustín Rossi (exBoca), uruguayos como Guillermo Varela, Nicolás de la Cruz o Georgian De Arrascaeta, chilenos como Erick Pulgar, ecuatorianos como Gonzalo Plata, españoles como Saúl Ñíguez, y por supuesto, grandes cracks locales como por ejemplo Alex Sandro o Danilo, de gran experiencia europea, o Bruno Henrique y Pedro, en el ataque.

Ocho años sin Copa Libertadores para los argentinos

Palmeiras también tiene un gran plantel con argentinos como Agustín Giay, José Manuel López o Aníbal Moreno. Uruguayos como Joaquín Piquerez, Emiliano Martínez o Facundo Torres, y paraguayos como Gustavo Gómez o Ramón Sosa, además de cracks locales como Allan, Andreas Pereira o Raphael Veiga, de enorme trayectoria.

Además de su poderío económico, basado en los enormes apoyos que consiguen desde la financiación (la presidenta de Palmeiras es la esposa de un banquero importante y Flamengo TV aporta fondos que superan largamente lo que cada mes puede obtener un club argentino), hay que sumar la propia situación de cada país, y en ese sentido, la continua devaluación del peso argentino, muy por debajo del real, tampoco ayuda y basta con comprobar cuántos brasileños o uruguayos participan en la liga argentina.

Pero no todo es económico y existen, también, muy importantes factores por tener en cuenta, como el organizacional y el institucional. El "Brasileirao", de veinte equipos de todo el país que juegan un torneo largo con el sistema de todos contra todos y en dos rondas es, además del mejor del continente, uno de los más atractivos del mundo por la calidad de sus jugadores y equipos y por la enorme paridad de varios de los grandes, todos con planteles de enorme valía y que cada año protagonizan los distintos torneos continentales, más allá de que Flamengo y Palmeiras sobresalen en los últimos tiempos.

En cambio, el fútbol argentino se fue degradando paulatinamente desde la muerte de Julio Grondona en julio de 2014, aunque ya venía derrapando desde que en 1984 se jugó por última vez un torneo parecido al del país vecino. Desde entonces, primero se intentó copiar la temporada europea jugando con el calendario del Viejo Continente, con la ilusión de venderles jugadores y ser invitados a sus torneos de verano (para cobrar un cachet en moneda extranjera y, cómo no, exportarles), y luego, el exitismo fue llevando a distintos torneos cortos, a dos por temporada hasta llegar ya a los últimos años, en los que razones políticas (quedar bien con el Poder de turno) o económicas (recaudar más dinero por más partidos por fecha) llevó al disparate de treinta equipos en Primera División, rebajando la calidad de los espectáculos.

Ocho años sin Copa Libertadores para los argentinos

Según una encuesta del diario Olé de junio de este año, hay 8002 jugadores argentinos en el exterior, una cifra impactante. Si calculáramos que por cada uno de los treinta equipos de Primera hay veinte jugadores por plantel, lo que daría un total de seiscientos jugadores, podría decirse que con sólo 2400 de los 8002 jugadores fuera del país habría cuatro categorías enteras que no están, lo que podría deducir que el máximo torneo argentino correspondería a una quinta división, es decir, como si cada domingo se jugaran partidos de una hipotética "Primera D".

De esta forma, y con presupuestos infinitamente inferiores, es bastante bueno lo hecho por varios equipos argentinos. Racing fue campeón de la Copa Sudamericana en 2024 eliminando a cinco equipos brasileños y fue eliminado por Flamengo en semifinales por apenas un gol (en contra), mientras que, en cuartos de final, Estudiantes llevó a los cariocas a una angustiosa definición por penales.

Pero la desorganización de una liga argentina imprevisible, con estadios raleados, figuras jóvenes que emigran y entradas muy caras, separa cada vez más a los clubes de los poderosos vecinos.

Ocho años sin Copa Libertadores para los argentinos

¿Esto significa que el fútbol brasileño es superior al argentino? Por supuesto que no, al menos en estos mismos años. El mayor ejemplo son las selecciones nacionales, que tienen por universo cualquier jugador nacido en el país, es decir que no hay limitaciones de contratación y el asunto no pasa por la economía sino por la decisión de los entrenadores de convocar a unos y no a otros.

Cuando se igualan las condiciones y no hay economía de por medio, la selección argentina es campeona del mundo, bicampeona de América (habiéndole ganado a Brasil la final de 2021 en el Maracaná), es campeona de la Finalissima ante Italia, venció a Brasil 6-0 en el sudamericano sub-20, y venció en los dos partidos de clasificación al Mundial 2026 (0-1 en el Maracaná y 4-1 en el Monumental).

El problema, entonces, pasa por los equipos, las malas o pésimas administraciones (basta con conocer la actualidad de clubes vaciados como Independiente -siete veces campeón de la Copa Libertadores, aunque la última fue en 1984- o San Lorenzo), la necesidad de exportar para respirar, y que deben sobrevivir en el contexto del país, con una moneda débil, y lo hacen sumergidos en torneos que no tienen calendarios ni organización que ayuden. La AFA no parece entender que este gran momento de la selección argentina debe tener un correlato en sus clubes.

En este contexto, si alguna de estas variables no se modifica, lo más probable es que los equipos brasileños sigan ganando y que los títulos de Copa Libertadores de los argentinos pasen a ser sólo hermosos recuerdos de un pasado muy lejano.

Por Sergio Levinsky, desde Madrid

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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