El desatino de la Conmebol en un fallo incomprensible
Se intenta sostener, en la Conmebol, una base técnica, jurídico-deportiva, cuyo reglamento hace hincapié mucho más en la responsabilidad del equipo local, por razones de seguridad, que en la del visitante -por lo general víctima por esta condición y por suponerse que se encuentra en inferioridad en cada uno de los partidos internacionales de fútbol en los torneos sudamericanos.
Sin embargo, el fallo del Comité Disciplinario de la confederación sudamericana del pasado viernes, acerca del partido que por la vuelta de los octavos de final jugaron en Avellaneda Independiente y Universidad de Chile, muy esperado por las dirigencias de los dos equipos, pero también por la comunidad del fútbol continental, cometió un desatino imperdonable, que deja condicionados los torneos que organice por una alarmante falta de equidad en su decisión.
El Comité Disciplinario de la Conmebol, con la firma del paraguayo Eduardo Gross Brown, la venezolana Amarilis Belisario, y el brasileño Lucas Ribeiro (se abstuvieron, como es lógico, el chileno Cristóbal Valdés y el argentino Jorge Ignacio Moreno), resolvió que la Universidad de Chile, cuyos hinchas provocaron los gravísimos incidentes en el estadio de Independiente, continue disputando la Copa Sudamericana y avance a los cuartos de final para enfrentar allí a Alianza Lima de Perú, descalificando al club cuyo equipo fue local.
Conviene aclarar, antes de ingresar en los graves hechos de violencia del estadio "Libertadores de América-Ricardo Enrique Bochini", que la Universidad de Chile había sido multada y advertida el pasado 27 de mayo en el marco de su partido ante Botafogo por la Copa Libertadores de América, y que casi dos meses más tarde recibió otra multa y otra advertencia, el 17 de julio, por otros sucesos ocurridos durante los partidos ante Guaraní de Paraguay, ya por la Copa Sudamericana.
Sin embargo, la Conmebol no parece haber reparado en esta situación y analizó lo ocurrido en el partido entre Independiente y la U como si partiera de cero y aún si esto fuera así, siguió basándose en los usos y costumbres, es decir, siempre con la idea de que el visitante se encuentra siempre en inferioridad y por lo tanto decidió que fue menos importante la provocación, el arrojo de objetos de toda clase desde la tribuna "Ricardo Pavoni alta", como por ejemplo, inodoros arrancados del baño del estadio, hacia los hinchas locales que se encontraban en la tribuna inferior, que el accionar posterior, también violento, de la barra brava que dice representar a Independiente, que cruzó todo el estadio sin ser detenida por la seguridad privada ni por la Policía bonaerense, que invadió la tribuna visitante y castigó duramente a muchos hinchas chilenos.
En otras palabras, nadie esperaba que la Conmebol no fuera a castigar a Independiente. Lo merecía por lo hecho por los violentos que llevan años amparados por la dirigencia, que vino haciendo la vista gorda o siendo cómplice de su accionar, sea por miedo o sea por asociarse a los negocios turbios una vez que Javier Cantero, que combatió a estos grupos, se alejara de la presidencia hace una década.
Pero el castigo al club argentino y al chileno en cuanto a la multa (250 mil dólares) o en cuanto a la imposibilidad de jugar ante su público por siete partidos en condición de local y siete como visitante, termina siendo un desatino cuando no es ecuánime y le permite seguir en carrera a la Universidad de Chile, generando entonces la sensación de impunidad para cualquier hinchada visitante de aquí al futuro.
Esto quiere decir que se da luz verde para que el día de mañana, en cualquier competencia que organice la Conmebol, ya sea Copa Libertadores, Copa Sudamericana o clasificación mundialista, si a una hinchada visitante se le ocurre organizar desmanes que generen una reacción violenta de los locales, sabrá que estará beneficiando a su club porque en caso de suspensión del partido se le dará por ganada la serie por el hecho de ser una víctima a priori, es decir que no importan ni los hechos acaecidos ni tampoco los fuertes antecedentes violentos que pueda tener esa entidad.
Pero el asunto no termina allí, sino que apenas comienza. Si hilamos fino y comenzamos a precisar los hechos de la noche del 20 de agosto pasado en Avellaneda, hubo varias otras cuestiones a atender, como que la Aprevide, el organismo de seguridad de la Provincia de Buenos Aires, no se opuso a que los hinchas de la Universidad de Chile se alojaran en la tribuna alta, con los de Independiente situados abajo, y tampoco nada dijo sobre esto la Conmebol que, advertida de la gravedad de los acontecimientos, sostuvo que el partido debía seguir para no dañar los derechos de televisión, según varios de los funcionarios involucrados en las decisiones.
De acuerdo con estas consideraciones, ahora Independiente podría estar en condiciones de demandar a los veedores de la Conmebol, si los hechos ocurrieron de ese modo, y también a la provincia de Buenos Aires porque su Policía nada hizo por detener a los barras bravas que cruzaron todo un ala del estadio, desde su tribuna hasta la de enfrente, sin obstáculo alguno, agravando la situación. Además, ya no significa lo mismo la multa de 250 mil dólares para un club y para otro, cuando uno puede seguir jugando y cobrando premios, y el otro -en una muy grave situación económica- ya no puede seguir compitiendo, con lo cual tampoco parece haber igualdad en el trato a dos entidades cuyos hinchas participaron en hechos violentos en el mismo espectáculo deportivo.
Además del tremendo precedente que siembra la Conmebol con este fallo desatinado, que no castigó de la misma manera a los dos clubes, aparece otro hecho jurídico importante: si la Conmebol permitió que el partido se siguiera jugando pese a las terribles condiciones en las tribunas, para favorecer el negocio de la TV, ¿no termina siendo juez y parte en este asunto? ¿No debió, en este caso, abstenerse y elevarlo a la FIFA, que es la casa madre del fútbol, y cuyo presidente, Gianni Infantino, vino advirtiendo por los hechos de violencia en el fútbol sudamericano?
En cuanto al respaldo que cada uno de los dos clubes tuvo en todos estos días, sorprende lo ocurrido con la AFA, que no se mostró cerca de Independiente cuando sí la ANFP chilena lo hizo con la Universidad. Las razones no quedan claras, aunque si se toma en cuenta que Luciano Nakis, dirigente cercano a Claudio Tapia, titular de la Asociación Argentina, quiere postularse como candidato para las próximas elecciones de la institución de Avellaneda, quizá pueda comenzar a desatarse la madeja.
Tampoco la AFA parece haber aconsejado a la dirigencia de Independiente en cuanto a la respuesta hacia la Conmebol, que tuvo una virulencia poco usual, al acusarla de "matar al fútbol" o reclamarle de regreso todos los implementos donados para el museo de la entidad sudamericana "por no compartir nuestros valores".
Si ya la Conmebol estaba siendo seriamente cuestionada en los últimos años por asuntos graves como el FIFA-Gate, los números espurios de su economía, la falta de transparencia y de información, su inaccesibilidad, sus extraños rankings y arbitrajes o el accionar de su actual presidente Alejandro Domínguez, este fallo agrega uno de los tantos desatinos del organismo, que nos hace pensar que el fútbol sudamericano, en estas manos, corre mucho peligro.
Por Sergio Levinsky, desde Madrid
___________________________________________________________________________________
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.