Mundial de Clubes

Mundial de Clubes, ¿el big bang de la FIFA?

Así lo expresó Gianni Infantino, el presidente de la FIFA para demostrar cuál es su sentimiento ante uno de sus torneos fetiche, que llega por fin.

Por Sergio Levinsky desde Miami

Un Mundial de Clubes que concentre a todos los continentes con la idea de extender la legendaria competencia de los Mundiales de selecciones nacionales que quiso extender a que se dispute cada dos años, ante la oposición de las dos principales confederaciones en cuanto a poder e historia, la UEFA y la Conmebol.

A Infantino no le importó en absoluto la queja reiterada de los europeos acerca de que este nuevo torneo llega a jugarse entre junio y julio, cuando los futbolistas suelen estar de vacaciones, y que dio lugar a protestas sindicales y hasta a amenazas de boicot. Al fin de cuentas, se trata de una gran hipocresía porque aquellos que se quejan aumentan a diez los partidos de Champions League en fase de grupos desde los seis originales o crean la Liga de las Naciones de selecciones para cerrarse a los amistosos con el resto del mundo, pero molesta sólo lo que la FIFA decide.

Si todos acabaron callando y aceptando este nuevo torneo con equipos de las seis confederaciones es porque la FIFA los convenció con el argumento que hoy puede dar vuelta cualquier argumento: el poderoso caballero Don Dinero: mil millones de euros a repartir, aunque, claro, con el vicio de siempre en estos tiempos de absoluto pragmatismo en los que nadie osa discutir un gobierno teocrático, no democrático o a una asociación de un país en el que las mujeres no gozan los mismos derechos que los hombres o, directamente, viven sojuzgadas.

Infantino, entonces, reorientó su convencimiento hacia Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid y poderoso magnate español, al que sabía opositor a la UEFA desde su intento -seguido por el Barcelona- de armar una Superliga europea que fuera contra el monopolio de la confederación europea, y le ofertó algo más que cuestionable desde lo ético: que el club blanco cobrara, junto con los europeos de élite, mucho más dinero, en el reparto final, que los clubes de otros continentes. Algo así como que la entidad madre del fútbol acepta, de antemano, que no todos los participantes son iguales antes de comenzar la competencia, más allá de cómo les vaya después. Lo que sería un escándalo en un pasado no tan remoto, hoy se observa casi como anécdota a partir del dinero que cada uno recibe y que ayuda sobremanera a mejorar sus finanzas.

Así es que los equipos europeos se llevan desde los 11,91 millones de dólares hasta los 35,52 por sólo participar, mientras que los sudamericanos reciben 14,14 por lo mismo, los de Concacaf, Asia y África, 8,88 y el de Oceanía, 3,3. La FIFA, entonces, reconoce de entrada que los equipos no son iguales, sino que considera a unos distinto que a los otros.

Luego, ya en competencia, la distancia puede llegar a ser todavía mucho mayor si nos atenemos a los antecedentes, la riqueza de los planteles y sus posibilidades de avanzar a las rondas definitorias. Por sólo participar, cada equipo recibirá 874.908 dólares, por cada triunfo percibirán 1,75 millón de dólares, por clasificarse a octavos de final, 6,56, a cuartos, 11,48; a semifinal, 18,37; por ser subcampeón, 26,24 y por ser campeón, 35.

Esto significa que el campeón podría llevarse, sumando todo, hasta los 102,9 millones de dólares si tiene la coronita de europeo, tomando en cuenta que la FIFA, de los mil millones, dividió en 475 para los rendimientos y 525 para la participación.

Estos mil millones fueron invertidos por capitales árabes que ingresaron meses antes en el accionariado de la poderosa empresa de medios de comunicación DAZN, que llegó a un acuerdo con la FIFA para transmitir, gratis, los 104 partidos del torneo.

Estos mismos capitales sostienen a uno de los equipos más poderosos del torneo, el Al Hilal de Arabia Saudita, que contrató una buena cantidad de jugadores e intentó con muchos más que si se negaron (como Theo Hernández del Milan o Bruno Fernandes del Manchester United) fue porque nos encontramos a un año exacto del Mundial de selecciones (el auténtico plato fuerte de la FIFA) y no quieren perder competitividad en este lapso, pero que bien podrían irse una vez pasado el acontecimiento.

Podría afirmarse que Al Hilal, junto con Ulsan (Corea del Sur), Reds Urawa (Japón), Inter Miami y Monterrey (México) conforman el grupo de clubes poderosos alternativos a los europeos, y que junto a los cuatro brasileños (Flamengo, Fluminense, Botafogo y Palmeiras)y los dos argentinos (River y Boca), son los que tienen algún poder para disputar el título a los que más capitales tienen.

En este sentido, podría analizarse este nuevo Mundial como un desafío para los que no son europeos en el sentido de destronar a los que se vienen imponiendo desde mediados de los años Noventa, exactamente desde 1995, cuando la "Ley Bosman" cambió todo y permitió a los clubes del Viejo Continente contratar a cualquier jugador con pasaporte europeo por la libre circulación dentro de la Unión Europea. Eso permitió que todo aquel que tuviera pasaporte europeo pudiera jugar en las grandes ligas sin ocupar cupo, naciera donde naciera, y así, los grandes europeos se fueron quedando con todo, debilitando al resto de las competencias nacionales.

Según datos de "Transfermarkt", los clubes europeos totalizan un capital promedio de 714 millones de euros, mientras que los sudamericanos concentran 144, la Concacaf, 60, Asia, 58,3, Africa, 29,4 y Oceanía, 9,5. Este Mundial tendrá la participación de 46 jugadores sudamericanos, aunque salvo Boca y River y los brasileños, el resto estará presente en equipos europeos o el Inter Miami.

Lo tiene claro el español Luis Enrique, quien se acaba de consagrar campeón de la Champions con el PSG: "los equipos europeos tienen superioridad porque tienen a los jugadores con talento de los cinco continentes, pero si los jugadores sudamericanos estuvieran en sus equipos de origen, otro sería el resultado".

Para graficarlo mejor: el Salzburgo, el equipo europeo que menos capital concentra (152 millones de euros) sería tercero en la tabla sudamericana sólo detrás del Palmeiras (238) y Flamengo (220). En cambio, hay tres clubes europeos en esta competencia que su capital supera los mil millones: Real Madrid (1410), Manchester City (1180) y PSG (1050).

Pese a todo, la cuestión física podría jugar a favor de los sudamericanos. Los equipos europeos vienen de tres semanas sin competencia por el fin de sus temporadas, y apenas si PSG e Inter (que cambió de entrenador tras su rotunda derrota) disputaron el pasadoi 31 de mayo la final de la Champions League.

El Mundial de Clubes se disputará en once ciudades entre las que se encuentra Los Ángeles, con graves problemas por las manifestaciones callejeras contra el presidente Donald Trump que ya afectaron la concentración del Atlético de Madrid, cuyo hotel se encuentra muy cerca del ruido.

En Miami se da la particularidad de que el estadio Hard Rock, donde juega el Inter de Lionel Messi, se encuentra en el condado de Miami Dade, donde el 543 por ciento de su población nació fuera de los Estados Unidos, justo en tiempos de cuestionamientos a la inmigración ilegal, y justamente, uno de los debates más importantes previos a la competencia es la forma de clasificación de por lo menos dos de los equipos norteamericanos: en verdad, el Inter Miami llegó sin haber ganado siquiera la MLS, ya no un torneo continental. Se impuso en la Copa de la Liga 2023 y en la "Supporters Shield" 2024, pero para Infantino bastó, porque necesita a Messi dentro del tornjeo para vender entradas y derechos de TV, algo parecido a lo ocurrido en 1994 con Diego Maradona y el primer Mundial organizado por los Estados Unidos.

Tampoco parece lógico que se haya clasificado Los Ángeles FC, que le ganó un repechaje al América de México (club relacionado estrechamente con la poderosa empresa de medios de comunicación "Televisa", vinculada al FIFA Gate) desde que la FIFA determino quitar del torneo al León mexicano por pertenecer a los mismos dueños que el Pachuca. Por esta razón, debió jugar el deportivo Alajuelense de Costa Rica ya que el reglamento no permite más de dos equipos del mismo país, salvo que hayan ganado copas continentales, algo que no ocurrió ni con el América ni con Los Ángeles, cuando ya había otros dos participantes de Estados Unidos y México. Pero marche preso y hasta el TAS, el último órgano de justicia deportiva mundial, aceptó lo dictaminado por la institución de Infantino.

El Mundial de Clubes es tan incipiente y se juega en un país en el que si bien el fútbol (soccer) creció mucho, aún está lejos de las preferencias (Según una encuesta de "Gallup" en 2024, el elegido es el fútbol americano para el 41%, el beisbol para el 10%, el basquetbol para el 9% y recién el soccer con 5% supera apenas al hockey sobre hielo con 4%), que la FIFA tuvo que reducir el costo de las entradas desde 349 dólares a 55 y según el sitio "The Athletic", la entidad madre del fútbol tuvo que ofrecer a los alumnos del Miami Dude College -estudian cien mil allí- entradas a 4 dólares.

Un torneo que abarcará un territorio separado por hasta seis horas de diferencia dependiendo del huso de cada ciudad, también está muy condicionado y marcado a la estrechísima relación entre Infantino y Donald Trump. El presidente de la FIFA estuvo el 19 de enero pasado en el "Mitin de la Victoria" del actual presidente de los Estados Unidos, quien le llegó a decir en público "gracias Gianni, por la Copa del Mundo", a lo que el dirigente ítalo suizo respondió en Instagram "esto es la FIFA en su máxima expresión".

"Ser mencionado por el presidente de los Estados Unidos en su Mitin para la Victoria -siguió Infantino- es hermoso". El presidente de la FIFA fue uno de los selectos invitados a la asunción presidencial en el Capitolio y luego acompañó al mandatario en una gira por Arabia Saudita y Qatar, que no le permitió llegar a tiempo para el inicio del anunciado Congreso de la FIFA en Asunción, generando la bronca de los europeos y una dura carta firmada por el presidente de la UEFA, el esloveno Alecsander Ceferin.

"Sentí que tenía que estar allí para representarlos a todos ustedes, para representar al fútbol- se defendió Infantino-. Como presidente de la FIFA, mi responsabilidad es tomar decisiones en interés de la organización y tener una relación estrecha con el presidente es absolutamente crucial para el éxito de la Copa del Mundo", se justificó.

Con cámaras ocultas entre la ropa de los árbitros, la posibilidad de observar las deliberaciones con la cabina del VAR o un offside semiautomático más avanzado, la FIFA meterá en este Mundial su cuota de mejora tecnológica.

Este Mundial, el "big bang" del fútbol según Infantino, también puede ser el punto de partida para una nueva forma de ver este deporte, cada vez más lejos de los hinchas y más cerca de los consumidores, en la medida que el dinero crece y crece, y los capitales se sienten atraídos. Un nuevo modelo, allá vamos.

Por Sergio Levinsky desde Miami

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