Final UEFA Champions League

Dos equipos de autor

Los dos finalistas de la UEFA Champions League de esta temporada en el Bayern Arena de esta ciudad, Inter y París Saint Germain (PSG), no tienen ningún parecido en su juego, pero tienen algo en común: son dos equipos, sin duda, de autor.

Por Sergio Levinsky desde Múnich

¿Qué significa eso? Que los dos directores técnicos, el asturiano Luis Enrique Martínez, en los parisinos, y el italiano Simone Inzaghi, en los milaneses, imprimieron su auténtico sello a la hora del armado técnico y táctico, cada uno con su estilo y personalidad.

Por el lado de Luis Enrique, su gran desafío consistió en el armado de un equipo que venía de muchos fracasos, porque con el dinero invertido de manera ilimitada desde los petrodólares de Qatar, su gran sostén, nunca tuvo, de verdad, una estructura capaz de ganar una Copa de Europa con convicción, sino que siempre, en los últimos años, terminaba dependiendo de sus grandes figuras, en especial, cuando en 2021 pudieron coincidir Lionel Messi, Neymar y Kylian Mbappé.

En ese momento, todos pensaron en que los demás equipos deberían jugar por el segundo puesto, máxime cuando el arquero era el joven ex milanista Gianluigi Donnarumma, y los dos marcadores centrales, nada menos que Sergio Ramos y Marquinhos, con un lateral derecho como el marroquí Hakimi.

Sin embargo, no fue así y comenzaron a pasar los directores técnicos hasta que el club se decidió por Luis Enrique luego de tocar fondo, especialmente cuando la curva (el sector más pesado) de los hinchas parisinos comenzó a presionar contra los extranjeros, pero en especial contra Messi y Neymar por la enorme expectativa depositada en ellos, sin que llegara el título europeo y todo quedara en un inexpresivo dominio local que caía de maduro con semejante plantel.

Fue allí que la exigencia pasó por retornar a las fuentes, es decir, el armado de un equipo con prevalencia de los jugadores locales, más identificados con el club del Parque de los Príncipes, con la acusación de que los demás no sentían como propios los colores y pusieron el ejemplo de Messi (inflado cuando, además, ganó el Mundial en una final justamente a Francia), que, sostenían, sólo tenía interés por su selección.

Así fue que Messi emigró a mediados de 2023 al terminarse los dos años de contrato, Neymar viajó a tierras árabes para lesionarse pronto y jugar muy poco en el Al Hilal, y sólo quedó Mbappé, al que Luis Enrique vapulea en un documental sobre su carrera deportiva que puede verse en las plataformas y al que le dice que si no se sacrifica por el equipo y ayuda a sus compañeros en la presión al adversario, sólo será un gran jugador pero nunca el mejor de todos.

Así es que luego de años de flirteos, Mbappé acabó yéndose al Real Madrid en el verano europeo de 2024, y entonces para Luis Enrique fue el mayor desafío, cumplido con creces: animarse a hacer de un PSG dependiente siempre de sus cracks pagados a precio de oro en polvo, un equipo en serio, de juego colectivo, armónico y eficaz.

El PSG no sólo dominó como siempre liga y copa locales, sino que se convirtió en un conjunto temible en el que se potenciaron todos sus jugadores con un indudable 4-3-3 muy ofensivo, con un organizador como Vitinha, otro volante de muy buen pie como el español Fabián Ruiz (al punto de que Luis Enrique reconoció que se equivocó al no haberlo llevado al Mundial 2018 con la selección española), un Ousmane Dembélé que estuvo muy lejos de aquel delantero taciturno y habilidoso que aparecía y desaparecía en el Barcelona y ahora es candidato al Balón de Oro, y que juega arriba como nueve, acompañado por un joven alto y delgado como Barcola por la derecha (aunque últimamente otro joven. Doué, candidato a mejor jugador sub-21 en Europa, le pelea el lugar) y en el pasado invierno se sumó, por la izquierda el gran delantero georgiano Kvaratskhelia.

En la Champions no comenzó del todo firme, con algunos tropiezos que le hicieron peligrar el pase desde la fase de grupos, pero una vez pasado el repechaje ante el Brest, al que goleó sin piedad, ya encontró definitivamente su juego y el que lo pagó caro fue el Liverpool, el mejor equipo de los 36 participantes en el torneo en su primera parte.

Pero el PSG tendrá enfrente un equipo como Inter que hasta lo supera en tiempo de trabajo, porque incluso Inzaghi, su entrenador, completa ya cuatro temporadas en las que fue construyendo un imperio al que sólo le falta el asalto final por la cuarta Champions de la historia de los nerazzurros, y cuando se cumplen ya quince de su último éxito, allá por 2010 cuando el que tomaba las decisiones era el portugués José Mourinho y el argentino Javier Zanetti, capitán que levantó el trofeo, era un veterano que seguía jugando como lateral derecho. Hoy, Zanetti es el vicepresidente y es Lautaro Martínez, otro argentino, el gran emblema, jugador franquicia y capitán, además de ser campeón del mundo con su selección.

Una similitud entre aquel Inter y éste es que los dos tuvieron que sufrir horrores en semifinales para llegar a la máxima cita, y en ambos casos el rival fue el Barcelona. En 2010, Inter venció por dos goles en Milán, quedó con un jugador menos en el Camp Nou, aguantó el 1-0 en contra a partir del asedio del conjunto que dirigía Pep Guardiola y acabó venciendo al Bayern Múnich en el Santiago Bernabeu.

En esta temporada estuvo a dos minutos de quedar eliminado en su propio estadio, el Giuseppe Meazza, pero en tiempo de descuento y ni siquiera con su pierna hábil, el fornido marcador central Acerbi pudo conseguir un triunfo largamente festejado ante el equipo más estético de Europa.

¿Qué ofrece el Inter? Un sistema 3-5-2 a la mejor usanza de la selección argentina campeona del mundo en México 1986. Tres centrales de mucha personalidad, aunque se destaca especialmente el joven Bastoni, cinco volantes, aunque dos son "alas tornantes" como el neerlandés Dumfries por la derecha y un jugador de muy buen pie como Di Marco por la izquierda, y tres medios con buen pie aunque se destaca especialmente Barrella por su despliegue y buena técnica. Y adelante, un punta claro como Thuram, y un media punta, aunque muy goleador como Lautaro.

Este Inter cuenta con una gran experiencia de hace dos años, cuando cayó muy con lo justo ante el Manchester City de Guardiola en la final de Estambul, vendiendo muy cara su derrota y generándole situaciones de gol casi hasta el pitido final. La sensación en La Pinettina, el cuartel general del Inter, es que otra final no se va a perder.

Dos equipos de autor, aunque una sola copa. ¿Quién se la llevará? 

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