El PSG por fin creyó en un proyecto y es campeón de Europa
En un partido memorable, con una distancia imposible de imaginar antes de comenzar una final que se decía tan igualada, incluso por los protagonistas, el Paris Saint Germain terminó con años de pesadilla en los que invertía fortunas en cracks sin mucho resultado y sensaciones de fracaso, y vapuleó al Inter con un durísimo e histórico 5-0 para quedarse por primera vez con la UEFA Champions League.
Con goles de Hakimi y Doué en el primer tiempo, y otra vez Doué -gran figura junto al portugués Vitinha-, Kvaraskhielia y Mayulu, el PSG no dejó dudas en un partido en el que fue superior en todo momento, enmudeciendo a la numerosa hinchada milanesa que se acercó al Alianz Arena, repleto con 70 mil espectadores.
Más allá de la potencia goleadora, el PSG fue, por fin, un equipo gracias al notable trabajo del entrenador español Luis Enrique Martínez, que siguiendo una línea de juego estética como discípulo de Josep Guardiola, apostó siempre por un 4-3-3 de mucha posesión de pelota y juego ofensivo.
Luis Enrique no pareció amilanarse cuando el PSG se desprendió primero de Lionel Messi y de Neymar (por quien llegó a pagar los 222 millones de euros que exigió el Barcelona en 2017 para que fuese su jugador fetiche) y finalmente, Kylian Mbappé, para armar un equipo distinto, basado en los jóvenes como el brillante Doué, Barcola o Vitinha, mientras que potenció a otros jugadores como Ousmane Dembélé, candidato ahora al Balón de Oro como "falso nueve" después de un insulso período en el Barcelona, donde insinuó más de lo que concretó.
El PSG, luego de sonados fracasos, pareció entender, entonces, que como antes el Manchester City, otro club con fondos ilimitados por recibir dinero estatal (en el caso de los parisinos, del fondo de inversiones Qatar Investments), era necesario apostar a un proyecto y que la estrella fuera el colectivo y no cada uno de los jugadores.
Por eso, sorprendió que en la conferencia de prensa anterior a la final, Luis Enrique dijera que este equipo "está preparado para todo", en el sentido del trabajo exhaustivo en lo táctico y lo físico, pero también en un carácter que antes no había demostrado, hasta llevarse el Cuatriplete (Supercopa, Copa y Liga de Francia y Champions League).
Tal como se esperaba, rápidamente el PSG se hizo de la pelota y la hizo circular, con el Inter en una actitud más cautelosa, de espera, pero mostrando las garras ni bien recuperaba la pelota. El equipo francés intentaba no dejar salir a los italianos con una presión muy alta, especialmente para que los laterales no pudieran hacer su habitual trabajo de ofrecerse como salida.
Pero la resistencia del Inter duró poco. La presión del PSG dio resultado, Vitinoha, que con su habitual precisión metió un pase hacia dentro del área por la izquierda, y Doué, en vez de rematar al arco, cedió al medio a Hakimi, que apenas si tuvo que empujar la pelota a la red. Rápida ventaja de los parisinos, algo no esperado porque ahora obliga al Inter, más contragolpeador que atacador, a buscar el empate.
Pero lo más inesperado llegó a los 20 minutos, cuando Doué, un verdadero diablo candidato al mejor jugador joven europeo del año, recibió un paso cruzado de Dembélé y ahora por derecha, sacó un remate bombeado al primer palo con una potencia tal que un gran arquero como el suizo Sommer no pudo controlar. En este nivel de paridad, un 2-0 tan rápido iba a requerir de una dosis casi de heroísmo por parte del Inter.
Pero l0os minutos comenzaron a pasar sin que los italianos consiguieran claridad, en buena parte por la falta de reacción de su entrenador, Inzaghi, que debió quitar uno de los cinco volantes (acaso Mkhitaryan) para colocar un tercer atacante para pasar del inicial 3-5-2 a un 3-4-3 más pretensioso, ante la necesidad de marcar al menos dos goles con el reloj de arena corriendo en contra y con un rival agrandado, que enloquecía a los laterales italianos con una permanente rotación en ofensiva entre los tres más adelantados (Dembélé, Doué y Kvaraskhelia).
La llegada más peligrosa del Inter llegó desde una jugada iniciada con pelota parada: un córner ejecutado con precisión desde la derecha por Çalhanoglu que cabeceó Thuram apenas afuera en el segundo palo.
Para el segundo tiempo, inexplicablemente sin cambios, el Inter pareció decidido a ir por cambiar la situación, pero más como expresión de buena voluntad que de juego, pero ya a los 5 minutos, en el primer ataque del PSG, un resbalón de Acerbi casi le regala el tercero al georgiano Kvarastkhelia, que, al lado del arco, sacó un remate demasiado fuerte y desviado.
El Inter, impreciso por los nervios, no lograba acercarse con peligro al arco de Donnarumma y de poco parecían haber servido los dos cambios de Inzaghi, haciendo ingresar a Bisseck y a Zalewski por Pavard y Di Marco, no muy relevante desde lo táctico. Todo parecía seguir igual: el PSG seguía sin regalar la pelota y cada contragolpe seguía siendo punzante.
Así no fue de extrañar que a los 18 minutos, otra vez la maestría del portugués Vitinha puso una gran pelota para otro gol de Doué, a esta altura, una dupla letal para un rival con tan pocos recursos ofensivos, al punto de que Inzaghi tuvo que sacrificar al recién ingresado Bisseck, lesionado, pero decidió reemplazarlo por otro lateral,Darmian, y si hizo salir, como era de esperar, a Mkhitaryan, no fue para colocar a un tercer delantero, sino para sumar otro ala, Carlos Augusto, al notar el agujero dejado por Di Marco,.
Ya promediando la segunda etapa, el 3-0 resultaba lapidario pero justo por lo hecho por unos y otros, con una enorme diferencia en el juego en favor de los parisinos, que sumaron un cambio de refresco: otro gran delantero como Barcola reemplazó a Doué, como se fueron alternando en toda la temporada y, al mismo tiempo, una demostración de la distancia en recursos en cuanto a la composición de los planteles.
Por si faltaba poco, a los 27 minutos se fue solo, de contragolpe, Kvarastkhelia, y definió sin problemas a la salida de Sommer. Hacía rato que todo se había acabado, pero los festejos locos de ese gol fueron el sello de un título demasiado esperado, que por fin se hacía realidad.
El golpe final lo dio el ingresado joven Sinny Mayulu, en otra escapada. La diferencia fue atroz y desde hacía varios minutos, había clima total de festejos por un lado y tribuna realeada por la desazón en el otro. El Inter deberá trabajar mucho para recuperarse de este duro golpe.