Opinión

El estaqueado sigue gimiendo, es uno de los torturados en la (des)guerra de Malvinas

No es un llanto, más parece un gemido. Humano el gemido; gemido de criatura exhausta. Es un soldado argentino el gimiente, recibe castigo inmovilizado en sus cuatro extremidades contra el suelo rocoso. Luego de 74 días, el 14 de junio de 1982, se produjo la rendición de la guerra de Malvinas. Y nosotros seguimos viviendo, aquí...

Aquella guerra, pasada de absurdidad, incluyó varios soldados argentinos estaqueados. Nuestros torturados de la (des)guerra hoy siguen aguardando justicia. Y se nos pasó la fecha, y se nos está pasando julio. Y no aprovechamos el 14 de junio para la reflexión de lo que significa ser torturado en plena (des)guerra, con la anuencia de los propios superiores: pero nunca es tarde para renacer la memoria. Ahí está el comandante de las fuerzas argentinas, Mario Benjamín Menéndez, ante el general inglés Jeremy Moore. Ahí está el general argentino, rozagante perfectamente ileso.

Cerremos los ojos: imaginemos ahora: los brazos hacia atrás, la piernas abiertas, asido a muñecas y tobillos: ahí está estaqueado, el soldado; tiene hambre, ha robado una lata de dulce de batata. La noche se zurcirá con ventisca y niebla; mañana amanecerá siendo 25 de Mayo. Todo sucederá como una pesadilla interminable. Imaginemos: tiene que escarmentar ese soldado, debe servir de ejemplo a sus compañeros también hambrientos.

Hace rato que ha empezado a nevar, el gemido se prolonga, pero se interrumpe de pronto, da paso al tenue silbido de una canción sin melodía, desolada. Silba hijo, silba hasta que amanezca. Le dice la madre que, lejos o muy cerca, adivina a su hijo exhausto. La madre, justamente ella, que no participó del enorme asado que se hizo en la cuadra para despedirlo cuando él ahora gimiente partió a la absurda guerra.

En la (des)guerra de Malvinas, además de la absurdidad propia de cualquier guerra hubo estaqueados y enterrados hasta el cuello. Hubo oprobio hacia los cuerpos; hubo torturados por sus oficiales superiores. Marcelo Rapoport, fiscal de Río Grande, por fin solicitó la detención de varios militares por los tormentos que infligieron sobre varios conscriptos. En su retorno, las penurias de estos no terminaron allí, primero fueron hambreados y después trasladados a Campo de Mayo; allí, a lo largo de una semana fueron "engordados". Mientras, debieron firmar una declaración. Eufemismo: "pacto de silencio". A propósito de eufemismos, la pregunta: ¿cómo se denomina hoy al acto de torturar a los propios en plena guerra? Increíble: a las torturas ahora se las licúa, se las llama "interrogatorios exigentes". Madre de los dioses, ¿un estaqueo puede llamarse interrogatorio exigente?

Los crímenes de lesa humanidad acontecen, incesantes. La (des)guerra de Malvinas es una herida abierta, siempre sangrante. No nos hagamos los pelotudos: aparte de la (des)guerra, absurda y ridícula, nos demoramos 42 años en habilitar el juicio a militares responsables; inútiles, cobardes y encima ¡torturadores! Completos: 42 años para dilucidar, si el robo desesperado de una lata de dulce o el sacrificio de una oveja ¡por hambre! en su momento fueron castigados con el estaqueo. El estaqueo, qué es: ¿medida disciplinaria o es tortura? En tal caso, ¿la tortura es o no un crimen de lesa humanidad? ¿Puede prescribir semejante acción humana?

Más de cuatro décadas para juzgar el horror: si medimos ese tiempo por lo que duran nuestras vidas, es media vida. Y hoy, en el año 2025, sigue gimiente el muchacho. Su madre le insiste: Haz como tu abuelo en la guerra, no pares de silbar. El gemido intenta mutar en silbido. Pero a lo sumo le brota una canción rota, al soldado.

Los (valerosos) militares que, por fin, serán convocados a una declaración indagatoria son Alejandro Moughty, Orlando González, Diego Alejandro Soria, Ricardo Mario Cordon, Clemente Pecora, Jorge Echeverría, Carlos López Paterson, Jorge Farinella, Rafael Barrientos y Jorge Chaud. Estos humanos siempre merecen un tribunal en donde los escuche, y los mire, el militar ciudadano José de San Martín, y el ciudadano militar Manuel Belgrano.

Asistimos a la desnucación de la condición humana. Imaginemos: el soldado implora por su madre. La canción que deviene silbido persiste, desolada. Salgamos de la conciencia digestiva y vayamos por aquel estaqueado. Está afrontando la desnucación de los colmos... Plena noche impiadosa, muerde el frío, el soldado sin sílabas ya, clama por su madre.

El estaqueado padece las consecuencias de una bravuconada etílica. Apogea la absurdidad. Como sociedad, ¿nos preguntaremos alguna vez hasta qué punto nos estafaron y hasta qué punto nos dejamos estafar? ¿Olvidamos que la (des)guerra sucedió alentada por pulpos medios de (des)comunicación? Tras el desembarco en Malvinas, en menos de tres meses pasamos de la patética euforia a la depresión vergonzante. Muchos argentinos -demasiados- vivieron la (des)guerra con la adrenalina propia de un mundial de fútbol. Hagámonos cargo, sabiendo que las culpas no se fraccionan.

No fue un sueño, no fue una pesadilla de almohada lo que se padeció: sucedió en la carne viva de aquellos cuerpitos flagelados en la ardua rutina del sur del sur. Ahí está él, a merced de la absurdidad. Escuchemos al desguarnecido, ahora mismo intenta alcanzar a su madre tan lejana; ella le pedirá otra vez que silbe, como su abuelo durante los tormentos de otra lejana guerra...

Posdata. Aquello nos sucedió a nosotros, en esta patria ruidosa. Cruz del sur, arriba. Cruz en el sur, abajo. El estaqueado murmura:

-Me falta el aire... De espalda,/ solo,/ de cara a todo el cielo,/ aquí estoy: me han crucificado en la tierra, mamá./ Sol ¿hubo alguna vez por aquí?/ No me quedan fuerzas ni para tener hambre./ El pavor ha anegado a mi corazón./ Me duele tanto el aire, ¿cómo era respirar, mamá?

Y qué oscura se ha vuelto la noche, esta noche:/ sin una estrella sin el lucero sin un pedacito de luna siquiera.

Ay, si mañana va ser como hoy,/ no me despiertes, mamá./ Y pronto,/ coseme los párpados.

*zbraceli@gmail.com /// www.rodolfobraceli.com.ar

Por Rodolfo Braceli, Desde Buenos Aires

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