En Salta

Alumnos mendocinos visitaron una escuela de montaña en la Quebrada del Toro

Previamente realizaron una campaña de recolección de alimentos y ropa para colaborar con los jóvenes del norte del país.

Luis Martínez

El 14 de setiembre, antes de participar de la Fiesta del Milagro en Salta, los alumnos de 4° año del Colegio San Francisco Javier visitaron El Alfarcito, en el corazón de la Quebrada del Toro.

El colegio secundario de esta localidad, distante a 100 km de la ciudad de Salta, cumple una tarea fundamental en la zona. Alberga alrededor de 150 alumnos, pertenecientes a más de 20 pequeñas comunidades que se encuentran en los cerros de la Quebrada del Toro.

A esas comunidades se accede, en la mayoría de los casos, por senderos intransitables para vehículos. Habitan esos parajes humildes familias que labran la tierra y crían algunos animales para su sustento. Allí cuentan con una pequeña escuela primaria de aula múltiple para sus niños, una capilla para los oficios religiosos y no muchas más comodidades. Al concluir sus estudios primarios, la mayoría de los niños de los cerros abandonaban el sistema escolar para dedicarse a las tareas del campo como pequeños pastores, en la soledad y el silencio de la puna salteña, sin demasiadas posibilidades de mejorar su proyecto de vida.

La llegada del padre Chifri

No hace muchos años, en 1999, llegó a la parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Lerma el padre Chifri (Sigifredo Modorer) proveniente de Buenos Aires.

Descubrió las necesidades de las comunidades de los cerros y decidió quedarse para trabajar por ellas. Ubicó su centro misional y apostólico en El Alfarcito, pequeño poblado equidistante a muchas de las comunidades que debía atender y visitaba todos los años no sin gran esfuerzo.

Luego de un tiempo comenzó a soñar con un gran proyecto: fundar un colegio secundario albergue para los chicos de la zona. En 2011 lo vio hecho realidad. No sin antes haber trabajado mucho para conseguir la ayuda de profesionales, un sinnúmero de materiales y la colaboración las manos de los lugareños, cuyos hijos serían los primeros beneficiarios del proyecto. Allí también se estableció un Centro de capacitación, producción, turismo y artesanías para apoyar la tarea de los artesanos de la zona.

Un accidente, el dolor y la entrega por los más necesitados

El padre Chifri en 2004 sufrió un grave accidente mientras volaba en parapente, cayendo de gran altura y quedando en silla de ruedas.

A pesar de ello, y luego de atravesar una dolorosa recuperación, continuó con su proyecto de fundar el colegio. Así, en 2009 se inauguró oficialmente y comenzó a funcionar al año siguiente.

 El padre Chifri junto a sus alumnos en el cuatriciclo que usaba para desplazarse.

Su generosa entrega por los pobres le permitió ver su obra iniciada. Sólo un año después, con sólo 46 años de edad, partió a la casa del Padre luego de padecer una dolorosa enfermedad que limitó mucho su capacidad de desplazamiento.

Sus restos descansan en la capilla de San Cayetano, en El Alfarcito. Allí, los alumnos del San Francisco Javier participaron de la Santa Misa oficiada por el alma del padre Chifri, por las familias del lugar y por nuestra querida y extensa y querida patria.

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