La vuelta de los cafés

Los cafĂ©s son lugares distintivos de todo lugar. En cualquier lugar del paĂ­s hay cafĂ©s, sobre todo en las zonas cĂ©ntricas. Son un lugar comĂșn, una instituciĂłn indispensable para que los parroquianos hagan un descanso en su andar cotidiano, un respiro, un sitio de citas.

Se llaman cafĂ©s precisamente porque venden cafĂ©, si vendieran solamente cortados se llamarĂ­an “cortadĂ©s”, pero es el cafĂ© su motivaciĂłn principal y la verdad es que atrae la atenciĂłn y el gusto esa infusiĂłn socializante.

Hay que saber tirar el café, no solo hay que mezclar el agua con el polvo, hay que hacerlo de tal manera que quede sobre la superficie, en la altura måxima del pocillo esa capita algo cremosa y marrón que invita al primer trago.

Estoy hablando del café que se elabora con måquina, el llamado café exprés, el de filtro ya merece otras consideraciones.

No son mucho los tragos que contiene un pocillo de café, diez a lo sumo si se lo toma con la lentitud adecuada.

No sĂ© por quĂ© tendemos, los mendocinos a achicar las cosas, porque cuando viene el mozo, detrĂĄs del cafĂ© siempre viene un mozo, y nosotros le pedimos casi con humildad “un cafesito”. Es mĂĄs, cuando hemos terminado le decimos al mismo mozo: “Me trae la cuentita” y el mozo contesta “son sesenta pesitos”. Todo chiquito porque es chiquito el cafĂ©.

Hay muchos cafĂ©s en las calles de nuestra ciudad, pero el tipo tiene su cafĂ© de preferencia, adonde concurre cuando algun alivio de dĂ­a lo alcanza. Entonces va a “ese” cafĂ©, a “su” cafĂ© como si fuera una cita impostergable con Ă©l mismo. Hay muchos que tienen hasta su mesa elegida, y si estĂĄ ocupada, aunque haya otras vacĂ­as, es capaz de esperar hasta que “su mesa” se desocupe.

Porque no es solamente eso que aguanta en el pocillo es todo lo que lo rodea, la decoración, el mantel, los personajes que lo habitan. Uno hace amigos en el café. De tanto verse, de tanto compartir el lugar empiezan a saludarse y un día se juntan para hablar de la vida sin que nadie los haya presentado.

En la vida institucional Argentina el café siempre tuvo suma importancia. Cuando ocurrían los días de la Primera Junta, allå en 1810, los integrantes de la Sociedad Patriótica se reunían en el Café de Marco, que estaba frente a la siempre presente Plaza de Mayo. En las mesas de ese café conspiraban a favor de la libertad.

Por supuesto que un lugar frecuentado por  el cafĂ© es la literatura y fundamentalmente el tango. Baste con nombrar a dos de ellos para significar su importancia “CafĂ© la humedad” de Cacho Castaña y “CafetĂ­n de Buenos Aires” del recordado DiscepolĂ­n.

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