La historia del boxeo: Carlos Monz贸n, El m谩s exitoso
Capitulo XVIII. Exclusivo Jornada
Monz贸n, esa ex贸tica palabra cargada de im谩genes de vientos huracanados y violentas tormentas, qui茅n sabe c贸mo llegar铆a, desde uno de los m谩s remotos mares del Oriente, a designar a uno de los mayores r铆os de la Argentina. Para ahondar el enigma, entre sus islotes h煤medos y neblinosos perdidos en la correntada turbia, jugar铆a y se cri贸, pescando y cazando a lanzazos 鈥揷omo sus antepasados, los indios mocov铆es鈥 el octavo hijo de los quince que, engendrado por Roque Monz贸n, nacer铆a en marzo de 1939.
De padre borracho y changar铆n del 煤nico tren que llegaba por d铆a al pueblo, Carlos Monz贸n acompa帽ar谩 a su padre, desde los 8 o 9 a帽os apenas, cuando de madrugada ate el caballo en el carro y se vaya a trabajar al pueblo. De pasada se tomar谩 en ayunas un buen 鈥減otrillo鈥 de ginebra, en el boliche. A veces, cuando el tren llegue atrasado, ser谩n tres o cuatro los vasos que don Roque se empinar谩 ante los ojos asombrados del muchachito, que pronto se acostumbrar谩 a esa demostraci贸n de fuerza viril, celebrada con exclamaciones por los pocos parroquianos madrugadores que lo observan. Un 鈥溌h, macho!鈥, con que tambi茅n lo aplaudir谩n y apodar谩n a 茅l, cuando sea grande.
Pero por ahora, cuando llegue el tren atrasado y don Roque, borracho ya, de bruces sobre el mostrador no pueda moverse, ser谩 su hijo Carlos, medio descalzo y sin ropa casi en la fr铆a ma帽ana, el que descargar谩 penosamente la mercanc铆a de los vagones. Y para colmo tendr谩 que hacerlo entre las risotadas hirientes de otros muchachos de su edad, que pasan rumbo a la escuela que 茅l tuvo que abandonar en su tercer grado. Ya mortificado por aquellas burlas, herido en su amor propio 鈥搖na de las dos herencias que tendr谩 con la bebida鈥, Carlos defender谩 a trompadas el honor de su padre, que aunque vencido por el alcohol, todav铆a tendr谩 谩nimos para levantar la cabeza y se帽al谩rselo con orgullo al bolichero que contemplan como una ri帽a de gallos aquella desigual contienda. Y cuando su hijo, el m谩s flaco y desgarbado, haya dado cuenta de la mayor铆a de los burlones, 茅l aplaudir谩 con torpeza su bravura entre exclamaciones tartajeantes: 鈥溌h, macho!鈥 隆Ese s铆 que es Monz贸n!鈥.
Esa misma expresi贸n de 鈥淓l Macho de las Pampas鈥 ser谩 el apelativo con que lo distinguir谩n los peri贸dicos m谩s importantes de toda Europa, veinte a帽os despu茅s, cuando Carlos Monz贸n le arrebate la corona de campe贸n del mundo al invicto italiano Nino Benvenuti. Desde entonces, y por diez largos a帽os, Monz贸n disfrutar谩 de todos los honores, placeres y halagos que le granjear铆a su fama de macho sudamericano. Tan invencible e intocable en el ring como admirado y apetecido hasta por los hombres y las mujeres del 鈥渏et set鈥 de la cult铆sima Europa.
驴Que terminar铆a denostado, despreciado y condenado por sus otrora fan谩ticos partidarios y en su propia patria? S铆, pero esos mismos hombres y mujeres, profesionales, cultos e instruidos que utiliz贸 la sociedad argentina para castigarlo por haber usado las manos en su casa como le pagaban y aplaud铆an para que las esgrimiera en el ring, todos ellos habr铆an hecho y har铆an a煤n hoy 鈥揺n este pa铆s de corruptos como lo tildar铆a Brusa despu茅s de su ca铆da鈥 cualquier cosa, sin ning煤n prejuicio ni cargo de conciencia, por acceder al dinero, los halagos y los placeres m谩s vehementes con que la glor铆a gratificar铆a a Monz贸n. Todos, todos ellos (y ellas), por distinguidos y distintos que se considerases de aquel santafesino ignorante y de rostro aindiado, pero esbelto y tan feroz con sus rivales como con sus amantes, que s贸lo tendr谩 por armas la plebeya y viril brutalidad de sus pu帽os y su envidiada lascivia.
Porque Monz贸n resultar铆a ser el caso m谩s paradigm谩tico o ejemplar que haya ofrecido la vida de los mayores campeones del mundo. Pero no va como el hombre que zaf贸 del hambre y la miseria con que lo marc贸 la infancia, com煤n a tantos de los grandes boxeadores, sino por los gozos y los goces con que lo rode贸 la fama, y por el final desdichado y tr谩gico que a帽os antes le vaticinara un cient铆fico y no una bruja o astr贸loga. Ya que fue su propio m茅dico, el doctor Roberto Paladino, que lo acompa帽贸 a lo largo de toda su carrera 鈥揳dministr谩ndole suplementos vitam铆nicos para reforzar su organismo mal alimentado desde su ni帽ez鈥 el que luego de una de las tantas borracheras terminadas en trifulcas y aceleradas enloquecidas le advirti贸: 鈥溌ambi谩, Carlos, cambi谩!鈥 Si no vas a terminar en la c谩rcel o en el cementerio!鈥. Fue una noche en Dinamarca.
驴Por qu茅 y cu谩ndo hab铆a subido al ring? A los 16 a帽os, aconsejado por los amigos de la calle de Barranquilla, ese barrio marginal de Santa Fe, metr贸poli y meca de todos los desheredados de la provincia, adonde ellos tambi茅n se mudaron corridos por la miseria cr贸nica de su pueblito. S铆, fueron sus amigos-enemigos de la calle, invariablemente vapuleados por Carlos, cuando les disputaba a pu帽etazo limpio, desde los mejores puestos de vendedor de peri贸dicos, hasta los regalos que cada a帽o mandaban Per贸n y Evita para las Fiestas. Todos ellos lo reconoc铆an r谩pido y violento para las peleas, y un pegador de raza que resolv铆a todos los conflictos peleando.
鈥淐he, flaco. Vos que sos bueno para las peleas, 驴por qu茅 no vas al gimnasio del barrio?鈥. 鈥淗acen un concurso de boxeadores. Y te van a pagar por pegar鈥. 鈥淰os sab茅s. Pod茅s llegar a ser campe贸n. Y los campeones ganan la guita loca鈥. 鈥淒ale, flaco, and谩鈥. Y el flaco y desgarbado Monz贸n fue al gimnasio del barrio. Y all铆 se encontrar铆a nada menos que con don Am铆lcar Brusa. Ese a煤n hoy vigente maestro del arte de los pu帽os, que descubrir谩 las condiciones notables del muchacho pese a su aspecto enteco, pero de m煤sculos el谩sticos como de felino. Y 茅l le ense帽ar谩 que eso no importaba, que en el ring no bastan la fuerza ni la bronca, y que el boxeo es un arte y una ciencia que hay que aprender para saber. Eso se llama 鈥渢茅cnica鈥, t茅cnica de los pu帽os, sin empujones ni patadas, le dice. 鈥溌ugilismo, Carlos, pugilismo!鈥.
Y lo fue. En el Palazzo dello Sport, una noche lluviosa y nost谩lgica. Lo fue en el duod茅cimo round, cuando despu茅s de una pelea m谩s o menos pareja, Monz贸n mir贸 fijamente a Benvenuti, que manten铆a a distancia con la izquierda y de una demoledora derecha lo dej贸 nocaut, en un final fulminante. Lleg贸 la gloria y alegr铆a. Era el cuarto campe贸n mundial de Argentina.
Ya como campe贸n mundial se gan贸 el respeto de propios y extra帽os enfrentando a los mejores de su 茅poca; le dio a revancha a Benvenuti, a quien volvi贸 a aplastar, gan谩ndole luego a Emile Griffin, Fraser Scott, Jos茅 脕ngel 鈥淢antequilla鈥 N谩poles, Benny Briscoe, Tony Licata, Bouttier y Rodrigo Valdez, entre otros. Valdez fue el 煤ltimo rival de Monz贸n. Ambos sostuvieron dos combates terribles. De hecho, Monz贸n dijo que lo m谩s cerca que estuvo de perder un pleito titular fue en su 煤ltima pelea como boxeador activo ante el colombiano. Esa pelea con Rodrigo Valdez, con la que dijo le adi贸s al boxeo activo, fue el 30 de junio de 1977, en M贸naco.
Los 煤nicos p煤giles que se dieron el lujo de vencer a Monz贸n fueron: Antonio Aguilar, que fue el primero en hacerlo el 28 de agosto de 1963; Felipe Cambeiro, el 28 de junio del 64, y Alberto Massi, el 9 de octubre del 64. A partir de ah铆, inici贸 una de las carreras deportivas m谩s exitosas de todas las 茅pocas.
Los presentimientos de su mujer 鈥淧elusa鈥 (de que la fama lo llevar铆a a una vida placentera y alocada) tambi茅n se cumplir铆an, como los del doctor Paladino. Y tan r谩pido como en un sue帽o o el ep铆logo del sue帽o. Porque desde ese momento, la sucesi贸n de experiencias in茅ditas e insospechadas que acosar谩n a aquel humilde muchacho de los suburbios de Santa Fe, ser谩n tantas y tan incre铆blemente vertiginosas como la pel铆cula 鈥淟a Mary鈥 (que le har谩n filmar en Buenos Aires con una deslumbrante Susana Gim茅nez, que terminar谩 sustituyendo a su 鈥淧elusa鈥 hasta el final de su mete贸rica trayectoria box铆stica); como sus locas carreras en autom贸vil, cuando manejaba embriagado a 120 o 140 kil贸metros por hora (lo que le vali贸 cinco choques de los que saldr铆a siempre indemne, hasta que el 煤ltimo, cuando sali贸 con permiso de la c谩rcel, lo mat贸); tan vertiginosas como sus amor铆os con cuanta mujer iba a golpearle las puertas del hotel, atra铆das por su fama de 鈥渕acho sudamericano鈥, desde las vedettes del Lido de Par铆s y la an贸nima arist贸crata argentina que 鈥渟e mor铆a de ganas de acostarse con un macho de veras鈥, hasta la inalcanzable Ursula Andrews, que una y otra vez vendr铆a a buscarlo a Buenos Aires, despu茅s del resonante affaire que tendr铆a con uno de los m谩s distinguidos personajes del 鈥渏et set鈥 de Par铆s, como la seductora Nathalie Delon.
El 14 de febrero de 1988 en Mar del Plata, su vida fue atacada por el destino. Esa noche tr谩gica, deparar铆a un futuro negro para el ex campe贸n. En un hecho confuso, la actriz uruguaya Alicia Mu帽iz, su 煤ltima pareja desde hacia un largo per铆odo, pero con la cual se llevaba muy mal en esos d铆as, y madre de su 煤ltimo hijo, cay贸 desde el balc贸n del chalet donde veraneaba la pareja. Luego de una fuerte discusi贸n, ella le arroj贸 un atado de cigarrillos y Monz贸n le descarg贸 su temible derecha que provoc贸 la ca铆da y el fallecimiento de la mujer.
El juicio detuvo al pa铆s. El fallo determin贸 que Carlos Monz贸n era responsable de homicidio y deb铆a cumplir una condena de 11 a帽os.
Tras tener un excelente comportamiento, primero en la c谩rcel de Batan y luego en su Santa Fe, Carlos gozaba de la libertad condicional. Trabajaba en UPCN, entrenando boxeadores. Y regresaba, entrando la noche, a su celda del penal de Las Flores.
La tarde del 8 de enero de 1995, cuando regresaba a prisi贸n, perdi贸 el control del auto que 茅l mismo conduc铆a. Mordi贸 la banquina y tras siete vuelcos, se cerr贸 el 煤ltimo cap铆tulo de su tr谩gica vida. Como el 鈥淢ono鈥, como Bonavena, como Gal铆ndez y como tantos boxeadores en el mundo鈥 La gloria y la tragedia.
El impresionante r茅cord mundialista de Carlos Monz贸n.
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