Antonio Di Benedetto, un hombre de silencio

No hay mucho que contar sobre Antonio Di Benedetto, y sin embargo 隆hay tanto para leer!

Por Jorge Sosa/Mendocinos Famosos

Es uno de los grandes escritores de la Argentina y cuando decimos grande, decimos trascendente, respetado, buen artesano del idioma y con una imaginaci贸n incre铆ble.Antonio naci贸 el 2 de noviembre de 1922 en nuestra provincia. Por un trecho de su camino de preparaci贸n estudi贸 Derecho pero despu茅s se inclin贸 por el periodismo, a los 18 a帽os, llegando a ser subdirector del diario Los Andes. Fue desde 1949. Jefe de las secciones de artes, letras de ese peri贸dico y adem谩s corresponsal en Mendoza del diario La Prensa. Periodista de los de estirpe, de aquellos que nunca van a aceptar la censura. Pero el escritor escalaba m谩s alto que el periodismo.

Antonio reconoci贸 que all谩 en su adolescencia, cuando comenz贸 a escribir fueron sus maestros Fi贸dor Dostoievski y Luigi Pirandello. Lentamente se fue moldeando su estilo, conciso, mejor preciso, y muy personal, por su inventiva, por la exquisita personalidad de sus personajes y por querer moldear el mundo a trav茅s de la poes铆a.Public贸 su primer libro en 1953, eran cuentos bajo el t铆tulo 鈥淢undo animal鈥. Luego construy贸 cinco novelas, 鈥淶ama鈥, la m谩s famosa, considerada su obra cumbre. Pero tambi茅n son notables 鈥淓l silenciero鈥 de 1964, y 鈥淟os suicidas鈥 de 1969, una cr贸nica escrita con frases justas, con las palabras absolutamente necesarias, ninguna m谩s.El 24 de marzo de 1976, el terrible d铆a de la asunci贸n de la junta de militares que derroc贸 a Isabel Per贸n, fue arrancado de su despacho del diario Los Andes, para ser encarcelado, vejado y torturado. Nunca supo, nunca le dijeron, por qu茅 lo hab铆an apresado. Tal vez los que lo apresaron y los que mandaron a hacerlo nunca hayan le铆do una p谩gina de las muchas que escribi贸 Di Benedetto. Para ellos era un hombre que pensaba y eso era subversivo. Antonio nunca tuvo respuestas: 鈥淐reo que nunca estar茅 seguro que fui encarcelado por algo que publiqu茅. Mi sufrimiento hubiese sido menor si alguna vez me hubieran dicho qu茅 exactamente, pero no lo supe. Esta incertidumbre es la m谩s horrorosa de las torturas鈥.Estuvo prisionero en Mendoza y en la c谩rcel de la Plata junto con otro gran pensador mendocino, 脕ngel Bustelo. Ambos sufrieron la misma violencia, el mismo espanto.Ayudado por sus amigos de afuera (sobre todo Adela Petroni), logr贸 la libertad y abandon贸 el pa铆s en setiembre de 1977. Se exili贸 en Francia y luego en Espa帽a. El exilio fue una tortura m谩s. Uno de sus alivios fueron las charlas con el prestigioso pintor Enrique Sobisch, tambi茅n mendocino, tambi茅n exiliado. La nostalgia se vest铆a de conversaci贸n.Regres贸 a nuestro pa铆s en 1984, durante el gobierno de Ra煤l Alfons铆n. Colabor贸 con la Casa de Mendoza de Buenos Aires. Muri贸 de un derrame cerebral el 10 de octubre de 1986 en la Capital Federal.No hay mucho para contar de 茅l, pero hay tantas cosas para leer de lo que 茅l cont贸. Si el artista es lo que es su obra, Antonio seguir谩 siendo, mientras resistan sus libros, un gran artista de la mejor Latinoam茅rica.

Premios y condecoraciones鈥 Caballero de la Orden de M茅rito (1969), Gobierno Italiano.鈥 Medalla de Oro, Alliance Fran莽aise (1971)鈥 T铆tulo de miembro fundador del Club de los XIII (1973)鈥 Beca Guggenheim (1974)鈥 Gran Premio de Honor de la SADE (1986) Bibliograf铆aMundo animal (1953, 15 cuentos: Mariposas de Koch, Amigo enemigo, Nido en los huesos, Es superable, Reducido, Trueques con muerte, Hombre-perro, En rojo de culpa, Las poderosas improbabilidades, Volamos, Sospechas de perfecci贸n, Algo del misterio, Bizcocho para polillas, La comida de los cerdos y Salvada pureza)鈥 El pent谩gono (1955, reeditado como Anabella en 1974, novela)鈥 Zama (1956, novela)鈥 Grot (1957, reeditado como Cuentos claros en 1969, cuentos)鈥 Declinaci贸n y 谩ngel (1958, cuentos), ilustrado por Enrique Sobisch.鈥 El cari帽o de los tontos (1961, cuentos: Caballo en el salitral, El puma blanco y El cari帽o de los tontos)鈥 El silenciero (1964, novela), traducida al alem谩n en 1968 por la Suhrkamp de Fr谩ncfort del Meno.鈥 Two stories (1965, cuentos)鈥 Los suicidas (1969, novela)鈥 El juicio de Dios (1975) (antolog铆a de cuentos)鈥 Absurdos (1978, cuentos)鈥 Cuentos del exilio (1983, cuentos)鈥 Sombras, nada m谩s (1985, novela)鈥 P谩ginas escogidas (1987)鈥 Mundo animal. El cari帽o de los tontos ((2000, Adriana Hidalgo Editora. Contiene los 15 cuentos publicados en 1953 en Mundo animal y los 3 de El cari帽o de los tontos)鈥 Cuentos completos (2006, Adriana Hidalgo Editora)鈥 Trilog铆a de la espera (2011, El Aleph). Contiene Zama, El silenciero y Los suicidas.

Antonier铆as

Palabras de Braceli

Rodolfo Braceli, el gran escritor y periodista mendocino, fue ayudante de Antonio en diario Los Andes, amigo, desamigo, y amigo otra vez. Una de las aproximaciones m谩s brillantes escritas sobre nuestro Mendocino Famoso de hoy es de su autor铆a. Los que quieran profundizar en la vida de Antonio pueden remitirse, seguramente con mucha satisfacci贸n, al libro 鈥淕randes entrevistas de Rodolfo Braceli鈥, publicado por este mismo diario. Hemos extra铆do algunos pasajes de su trabajo, por lo cual pedimos disculpas y hacemos p煤blico nuestro agradecimiento.

鈥︹淎delma Petroni fue la 煤nica persona que lo visitaba, cada jueves, en su c谩rcel de La Plata. Movi贸 cielo y tierra, escribi贸 cientos de cartas pidiendo por 茅l a premios Nobel de medio mundo, al Senado norteamericano, a los Kennedy, etc, etc. Cuando Antonio fue liberado Adelma le entreg贸 el departamento de su hermano (en Corrientes y Pueyrred贸n, en Buenos Aires). En plena dictadura, el de ella fue un amor muy arriesgado, total. Adelma se traspapel贸 en el olvido. Pero por ella, nuestro Di Benedetto sali贸 de la c谩rcel.

Adelma Petroni cont贸:

鈥淢e mandaba desde la c谩rcel cartas donde me dec铆a: 鈥楢noche tuve un sue帽o muy lindo, voy a cont谩rtelo鈥. Y transcrib铆a el texto del cuento con letra microsc贸pica (hab铆a que leerla con lupa). Despu茅s esos cuentos se editaron bajo el t铆tulo de 鈥楢bsurdos鈥欌.

Cristina Lucero (mendocina) fue su compa帽era de los 煤ltimos a帽os, cuando Di Benedetto era asesor cultural en Buenos Aires del gobernador de Mendoza (Felipe Llaver). En su departamento de avenida Libertador casi Callao, vivi贸 Antonio hasta el final. Cristina no soport贸 su muerte. Lo sigui贸 al poco tiempo, por decisi贸n propia.

A帽os despu茅s, en 1977, encarcelado en La Plata, a trav茅s de Adelma Petroni, Di Benedetto desesperado me pedir谩 que le consiga cianuro. Le mand茅 a decir que 茅l no se suicidar谩 nunca, porque tiene que velar por el destino de sus libros. Con enojo Antonio me contest贸 que no sea impiadoso, que no le quite la esperanza del suicidio鈥

Di Benedetto es muy sobrio para vestir y muy prescindente de las modas. Pocas veces se lo ver谩 de sport. Muchas, s铆, de traje, grises, oscuros. Casi siempre usa corbata. Y la corbata es siempre negra. Las camisas, blancas. Su actitud literaria se parece a su modo de vestir, sobre todo en eso de ser prescindente de las modas.

Antonio Di Benedetto, por la gracia de la madre y del padre que lo parieron, escribe en castellano, pero en castellano, es decir en castellano, es decir, en este idioma tan maltratado, deshilachado, cada d铆a m谩s estre帽ido, cada d铆a m谩s an茅mico. As铆 es: el escribe como pocos quieren, como pocos pueden, escribe como se debe, sin urgencias. Escribe con una sintaxis que le hace bien a este pobre, a este indefenso idioma nuestro de cada d铆a y cada noche.

鈥︹漃ero la leyenda contin煤a. Y contin煤a, alevoso, el careteo de colegas e intelectuales que se lavaron las manos, hasta despellejarlas, a partir de aquel atroz marzo de 1976. Durante la prisi贸n y el exilio y el retorno de Antonio practicaron una indiferencia activa. En la actualidad, algunos de estos seres humanos participan asiduamente en mesas redondas, en homenajes que se le hacen a Di Benedetto, as铆 en Mendoza, como en la Biblioteca Nacional, como en la feria Internacional del libro. El apogeo de la impunidad descarada鈥.

Palabras de Antonio

Sobre 茅l mismo

鈥淪oy argentino pero no he nacido en Buenos Aires. Nac铆 el d铆a de los muertos del a帽o 22. M煤sica para m铆 la de Bach y la de Beethoven. Y el cante jondo. Bailar no s茅. Beber s铆 s茅. Auto no tengo. Prefiero la noche. Prefiero el silencio鈥

鈥淵o quer铆a ser pol铆tico. Me pareci贸 que la abogac铆a preparaba para eso鈥.

鈥淓n una 茅poca los ruidos me hac铆an mucho mal. Yo para escribir los corr铆a. Pon铆a la Sinfon铆a Coral de Beethoven. Inundado de esa m煤sica escrib铆a. El manto coral de Beethoven me defend铆a de las punzadas de los ruidos鈥︹

Sobre su obra

鈥淗e escrito varias novelas, pero solo rescato de ellas Zama, que me ha dado muchas satisfacciones. Incluso hay en Madrid una librer铆a que lleva su nombre鈥.

鈥淒e Zama primero tuve claramente el final. Pens茅: 驴Y ahora qu茅 le pongo adelante? Me dije: este final es la consecuencia de algo鈥 Tengo que descubrir lo que hay adelante. Adelante estaba yo o el que cre铆a ser yo o el imaginado yo. El yo que estaba descubierto era un hombre angustiado. en una espera desesperada. A ese hombre lo mand茅 al pasado, para representar la sensaci贸n de nada y de vac铆o. Ya ten铆a el libro, necesitaba concentrarme, ponerme a pensar. Ped铆 licencia en el diario. Veinti煤n d铆as. Me encerr茅. Escrib铆a todo el d铆a. Termin茅 dos cap铆tulos de la novela. Pero me faltaba el tercero. Ped铆 a 鈥淟os Andes鈥 ocho d铆as m谩s y en una oficinita arrinconada termin茅 el libro. En el 煤ltimo tramo usted ver谩 un cambio de estilo. Los primeros cap铆tulos son de frases amplias; el 煤ltimo de frases breves, escrito muy r谩pidamente. As铆 naci贸. As铆 hice Zama. Zama est谩 dedicado 鈥淎 las v铆ctimas de la espera鈥. 驴Anticip贸, de alguna manera, su destino? 脡l lo explica: 鈥淨uiz谩s la espera, que era una especie de tormento figurado, era la prefiguraci贸n de algo que iba a suceder, pero sin que yo sospechara que lo que estaba esperando fuera, no una gratificaci贸n, como es lo que espera el personaje central, sino un castigo. Y en ese sentido trato de explicar lo que me ha ocurrido. Lo que me ha ocurrido ha sido esta persecuci贸n de que se me hizo v铆ctima, pero tambi茅n hay que llamarla expiaci贸n injustificada, seg煤n los argumentos que se insinuaron para ejecutar, para ejecutarme鈥︹

鈥淢e parece que es un castigo que necesitaba porque yo, al igual que el personaje de la novela, era muy orgulloso, y el orgullo, la presunci贸n, la vanidad, merecen un castigo, a veces, sobre todo si da帽an a los dem谩s. Yo me siento responsable de no haber sido suficientemente equitativo con el pr贸jimo鈥 Yo no me port茅 bien con el pr贸jimo, aunque trat茅 de llevar una vida que puede calificarse de moral y de buena conducta -as铆 lo califico yo, ya veo que los militares no-. Pero, dentro de eso, y no es que le conceda raz贸n a ellos por lo que hicieron conmigo como por lo que han hecho con tanta gente, quiz谩s he tenido alguna apetencia propiciatoria de que me sucediera alg煤n traspi茅 as铆, porque yo ten铆a que moderarme, en mis impulsos y en mis ambiciones. Y como moderador ha funcionado mucho鈥. 

Sobre la literatura

鈥淵o creo que la buena literatura es ag贸nica, sincera, es la que enfrenta a la gente consigo misma con entereza, con lealtad. Esa verdadera literatura no es cuantiosa, claro. Uno en un mill贸n hace de pronto la Gioconda鈥 Es la muy particular gota que sale de un surtidor鈥︹

Sobre el periodismo

鈥淢e pregunto ante su pregunta: 驴qu茅 es un periodista, por infeliz que sea? Es un tipo que tiene una man铆a de servicio para los dem谩s. Somos una especie de peque帽os h茅roes miserables al servicio de los dem谩s鈥︹

Sobre el hombre

鈥淵o pienso mal del hombre -dice el novelista-. No es que yo piense mal de mi semejante, de mi vecino. Sencillamente pienso que yo -como carne, como ente pensante y actuante- no tengo las virtudes que deber铆a tener. Nunca, o muy rara vez, cometo una buena acci贸n鈥 y no es nada frecuente que tenga buenos nobles pensamientos鈥.

鈥淔uncionamos a base de nuestra trituraci贸n diaria y quiz谩 lo que damos a la humanidad son esos gestos compasivos que nosotros ejercitamos como esperando la compasi贸n de los dem谩s. Ahora me pregunto: 驴hasta qu茅 punto me estimo a m铆 mismo como para pretender ser estimado por los dem谩s? Porque no se es bueno en cada gesto, porque la bondad casi siempre nace de una poderosa lucha para retar el mal, el ego铆smo y la envidia a los m谩s oscuros reductos鈥︹

鈥淧orque de todos los 谩ngeles, parece que la mayor铆a somos 谩ngeles de la destrucci贸n. Yo invito a cada ser, a cada hombre, a que grabe sus palabras y sus pensamientos, desde que su mente se despeja por la ma帽ana hasta que se reposa. Invito a que se vigile, se analice. Ver谩 cu谩ntas maldades, juegos, intereses ha puesto en acci贸n para sobrevivir ese d铆a, es decir, no la eternidad sino una miseria de 24 horas. Y esto es as铆 porque para vivir basta acumular la sobrevivencia de instante en instante, con consagrar todas las fuerzas, como debiera suceder o por lo menos una, la m谩s escondida, la m谩s econ贸mica, en algo que sea 煤til a los dem谩s, para tratar, de ese modo, con esos actos, de dejar de mordernos las entra帽as con tanta ferocidad, como ocurre en esta aparente convivencia que es la de los seres humanos. No s茅 si esto que digo es una maldad鈥 鈥

鈥溾o que m谩s nos asola es la impureza del pr贸jimo, pero resulta que nosotros, para el otro, somos el pr贸jimo. 驴C贸mo se cura eso? Yo no soy predicador ni moralista. 驴Pretendo una transformaci贸n de la sociedad desde el punto de vista moral? Lo que pretendo es una libertad de los sentimientos basada esencialmente en la pureza, no en la impureza, para que el amor sea un acto verdaderamente redentor y salvador, y cada hombre encuentre en la mujer que elige -y a la inversa- la garant铆a del goce pleno de la existencia.鈥

鈥淵o creo que el hombre no es naturalmente bueno. Por el contrario, las necesidades, el af谩n de descollar, hacen que el hombre use muchas armas innobles. Si se porta bien es por obligaci贸n de la sociedad. Adentro suyo se tortura. Por eso necesitamos la confesi贸n. Por lo com煤n nos rodean o铆dos sordos. La confesi贸n busca sacar el veneno que tenemos adentro, busca el perd贸n. 驴Y qui茅n es el que en forma directa nos otorga el perd贸n? La madre. Yo la perd铆. Lo que yo siento en estos momentos es una soledad individual muy profunda, gran pudor en los sentimientos. Se me ha vuelto un tremendo problema exteriorizarlos. Si me juzgo -como todos los que fuimos inventados por Pirandello o Dostoievsky-, me siento solamente culpable y sin redenci贸n. Porque, 驴qui茅n me perdonar铆a? La otra alternativa de confesi贸n la da el amor en pareja, que quiz谩 sea la 煤nica salvaci贸n del hombre en sociedad鈥.

Sobre el exilio

鈥淪e debe a que los textos fueron escritos durante los a帽os de exilio, que, bien considerado, vino a ser doble, cuando fui arrancado de mi hogar, mi familia, mi trabajo, los amigos, y luego al pasar a tierras lejanas y ajenas鈥︹濃淣o se crea que, por m谩s que haya sufrido, estas p谩ginas tienen que constituir necesariamente una cr贸nica ni contener una denuncia ni presentar rasgos pol铆ticos. Como me lo han ense帽ado Lou, el silencio, a veces equivale a una protesta muy aguda鈥.鈥淎caso lo que dejen trascender, especialmente algunos cuentos, es que no pueden haber sido escritos sino por un exiliado. Pero nada m谩s. Ya que son, sencilla y puramente, ficciones鈥.

Sobre el suicidio

鈥淓l suicidio es un gesto, puede ir a continuaci贸n del conocimiento. El suicidio creo existi贸 como cosa frecuente en todas las 茅pocas. Tal vez los guerreros al introducirse en las cruzadas eran suicidas, suicidas que buscaban la muerte por un medio indirecto, ya que por religi贸n no pod铆an ejecutarla por la propia mano. Lo notable es que resulta raro que el suicidio se produzca por hambre. El hambriento m谩s bien se mutila para pedir limosna. Lo que origina el suicidio son las grandes verg眉enzas, el sentido de la p茅rdida de la dignidad, el idealismo鈥.

Sobre el amor

鈥淟o 煤nico que no se pierde y se conserva con la edad es la necesidad de amar y ser amado. A lo mejor una gran idea ayuda a vivir a los dem谩s, pero no a uno鈥 Uno se queda en el territorio del amor y de los sue帽os. Por eso creo que el gran gesto es el de borrar de una vez los sue帽os, borrando la causa, que es uno mismo. De ah铆 que uno reverencie a un tipo como Albert Camus que, aunque no se suicid贸, estaba minado por la muerte y dispuesto a recibirla sin esperar el paliativo de la enfermedad. Tuvo la suerte de que la carretera era deslizante鈥 Es la misma suerte que tuvieron, de alg煤n modo Romeo y Julieta. que se murieron antes de que el amor se les gastara鈥.

Sobre gustos y vocaciones

鈥淟o voy a sorprender: aunque usted no lo crea yo jugu茅 al f煤tbol 驴Vio c贸mo lo sorprend铆? Pero s铆, es cierto. Jugu茅 en Boca de Bermejo, luego me retir茅, en la quinta o en la sexta. Otra cosa que hice porque me lo ense帽贸 mi padre, que era en贸logo, es ejercitarme en los cultivos. Me gustan los oficios manuales, he tratado de ser carpintero, tengo martillo y serrucho; y le voy a decir m谩s, lo que realmente me hubiera gustado ser es veterinario, pero en el campo鈥.

Sobre su madre

鈥淵o era mi madre. Mi madre era yo. Ya no est谩 mi madre, Rodolfo. Estoy en la edad de morir. Ahora busco mi destino para mi hija, y para mis libros que hice con una fe creadora absoluta, invent谩ndolos鈥hora que mi madre se fue soy un ser aislado y solitario. Para vivir no encuentro nada m谩s razonable que esto. Para morir quisiera un lugar en el que nadie me reconozca. Vivir es un desaf铆o. Morir es un acto de soledad, 铆ntimo, del que ojal谩 nadie, en mi caso, se sienta part铆cipe. Cuando eso ocurra, si algo provoco, que no sea llanto sino reflexi贸n鈥.

 Sobre la muerte

鈥淯n sue帽o persistente que tengo es este: yo subo escaleras. En cierto momento me detengo, pero no tengo la posibilidad de descender. Tengo que seguir adelante. Adelante est谩 el vac铆o. Me lanzo. Me lanzo y me toma el agua, y el agua me envuelve. Es un agua dibujada, transparente: desde abajo tiene vegetaci贸n que sube. Es un agua que me invita. Yo no s茅 si estoy ahogado o por ahogarme. Cuando yo pienso en ese sue帽o veo que esa agua es el s铆mbolo de la vida. Cada vez que me caigo me toma, lo que me toma es la vida, porque vuelvo a subir escaleras y a caer y a subir鈥.

 鈥淐reo que la muerte, es una gran serenidad鈥 porque en la vida andamos descompuestos鈥.


Los colegas (opiniones de otros escritores)

Hace cuarenta a帽os, los grandes 茅xitos de librer铆a como los llaman, nacionales e internacionales, ocultaron, con su barullo injustificado, la aparici贸n de Zama, su obra maestra. Cuatro d茅cadas m谩s tarde, desvanecida ya la feria de ilusiones que nos lo escamoteaba, este texto a la vez 茅pico y discreto, viviente y desgarrador, fulgura todav铆a entre nosotros. Es cierto que desde su aparici贸n en 1956, varias ediciones confidenciales, casi secretas, se fueron sucediendo en la Argentina y en Espa帽a, pero su lugar 鈥搖no de los primeros鈥 en la narrativa de nuestra lengua no ha venido a ocuparlo todav铆a. Entre los autores de ficci贸n de este idioma y de este siglo, Di Benedetto es uno de los pocos que tienen un estilo propio, y que ha inventado cada uno de los elementos estructurantes de su narrativa. / Juan Jos茅 Saer

Fiel a su modo de vida, ajeno a los c贸cteles literarios y dem谩s oropeles, Di Benedetto ha elegido el silencio. Cuando se extingan las falsas llamas, cuando ni un m铆sero recuerdo quede de los voceros de la moda, la obra de este solitario mendocino emerger谩 como una de las m谩s grandes, como una de las perfectas. / Alberto Gonzalez Toro

Ha escrito p谩ginas esenciales que me han emocionado y que siguen emocion谩ndome. / Jorge Luis Borges

Recuerdo una noche que fuimos a comer a un restor谩n c茅ntrico y se cort贸 la luz. A pesar de no interrumpir ni la conversaci贸n ni la comida, lo not茅 tenso, tensi贸n que se hizo manifiesta al caer una cucharita: bast贸 ese m铆nimo ruido para que lo sacudiera instant谩neamente un sobresalto, tambi茅n corto y punzante. Acto reflejo, recuerdos quitados de la memoria: 鈥淭omaron tantas precauciones estos s谩dicos que uno no se pod铆a inmolar, disponer de su existencia. No nos permit铆an el suicidio. Entonces decret茅 el olvido鈥. Contradictorio, riguroso, ejecutor por naturaleza, due帽o de un pudor especial, de dif铆cil trato pero que permit铆a -y escuchaba- cualquier tipo de conflicto, aunque med铆a el consejo. Una de las notas de su car谩cter era el temor obsesivo de poner en acci贸n, en movimiento, un pensamiento que causara da帽o o malos entendidos (aunque a veces los propiciaba). /Jos茅 Mar铆a Borgello

Aballay revive a Antonio

Por Roberto Suarez

El western 鈥淎ballay, el hombre sin miedo鈥, del realizador porte帽o Fernando Spiner, aunque tuvo un discreto paso por las pantallas argentinas, recibi贸 el galard贸n a la mejor pel铆cula en el I Festival Internacional de Cine Western de Almer铆a (Espa帽a) y el premio del p煤blico del Festival de Cine de Mar del Plata, adem谩s de una menci贸n especial del jurado en el Festival de M谩laga (Espa帽a).

La realizaci贸n de la pel铆cula 鈥淎ballay鈥 fue una forma de que muchos argentinos y mendocinos, fundamentalmente, se reencuentren con nuestro m谩s grande escritor: Antonio Di Benedetto.

Ya antes se llev贸 al cine otra obra suya, el film 鈥淓l juicio de Dios鈥, dirigido por Hugo Fili.

Antonio escribi贸 el cuento 鈥淎ballay鈥 en alg煤n momento de su cautiverio entre marzo de 1976 y septiembre de 1977. 鈥淎bsurdos鈥, el libro que lo contiene, se edit贸 en 1978, en Espa帽a.

Di Benedetto, periodista y escritor, naci贸 en nuestra provincia el 2 de noviembre de 1922. Luego de cursar algunos a帽os de abogac铆a, se dedic贸 al periodismo. El gobierno de Francia lo bec贸 para realizar estudios superiores en esa especialidad. Como periodista fue corresponsal del diario 鈥淟a Prensa鈥 y subdirector del Diario Los Andes.

En 1953 public贸 su primer libro, 鈥淢undo animal鈥, con el que inici贸 su brillante carrera de escritor. Las novelas: 鈥淓l pent谩gono鈥, 鈥漐ama鈥, 鈥淓l silenciero鈥 y 鈥淟os suicidas鈥 y una quincena de relatos de diferente extensi贸n, constituyen un universo narrativo de primer orden, por su unidad estil铆stica y formal y por su lucidez sin concesiones.

Su vida, que era pareja entre sus horas de inspiraci贸n y la direcci贸n period铆stica de Los Andes, se vio alterada por la demencial decisi贸n de la dictadura militar de detenerlo. Fue secuestrado del diario Los Andes y trasladado en veh铆culos militares preso a la Compa帽铆a de Telecomunicaciones del Ej茅rcito, de all铆 al centro clandestino de torturas y desapariciones D-2 y m谩s tarde al penal de Magdalena, dos. (Tambi茅n detuvieron a periodistas de su redacci贸n como Jorge Bonardel, Norma Sibilla, Rafael Mor谩n y Pedro Lucero.) Estuvo preso un a帽o y siete meses, desde marzo de 1976 hasta septiembre de 1977. El 4 de septiembre de ese a帽o es excarcelado gracias a las gestiones de personalidades como Ernesto S谩bato, Heinrich B枚ll y Victoria Ocampo.Marcha al exilio y se radica en Espa帽a, hasta su regreso al pa铆s en la reinstauraci贸n de la democracia en 1985. Es convocado por el gobierno de Ra煤l Alfons铆n para ocupar un cargo de asesor en la Direcci贸n Nacional del Libro. Tambi茅n asesoraba al secretario de Cultura Ramiro de Casabellas. Con el gobernador Felipe Llaver, y mis colegas Norma Sibilla, Rafael Mor谩n y Gabriel Lucero y la escritora Ana de Villalba, organizamos el regreso a Mendoza del brillante escritor. Fue un d铆a inolvidable para tratar de restaurar el da帽o ocasionado por la dictadura y reivindicar la libertad.

Felipe Llaver lo nombr贸 asesor cultural en la Casa de Mendoza, con el rango de director. Ocupando ese cargo Antonio sufri贸 un derrame cerebral que lo llev贸 a la muerte el 10 de octubre de 1986 en Buenos Aires. Con todos los honores el gobierno provincial trajo sus restos para que descansaran definitivamente en el cementerio de la capital.


Un trozo de Zama

鈥淓uropa, nieve, mujeres aseadas porque no transpiran con exceso y habitan casas pulidas donde ning煤n piso es de tierra 鈥搑eflexiona Zama鈥. Cuerpos sin ropas en aposentos caldeados, con lumbre y alfombras. Rusia, las princesas. Y yo as铆, sin unos labios para mis labios, en un pa铆s que infinidad de francesas y de rusas, que infinidad de personas en el mundo jam谩s oyeron mencionar; yo ah铆 consumido por la necesidad de amar, sin que millones y millones de mujeres y de hombres como yo pudiesen imaginar que yo viv铆a, que hab铆a un tal Diego de Zama, o un hombre sin nombre con unas manos poderosas para capturar la cabeza de una muchacha y modelarla hasta hacerle sangre鈥.


Copyright 漏 2020 Diario Jornada Mendoza | Todos los derechos reservados


Esta nota habla de: